Las antiguas fortalezas se reconvierten en activos turísticos

7/7/15 .- http://www.elcorreodeburgos.com/

Las antiguas fortalezas se reconvierten en activos turísticos

Dada su ubicación en puntos elevados, el verano es la época que más visitantes atrae


El turismo arquitectónico de corte militar gana peso en La Bureba gracias a la puesta en valor de las construcciones defensivas que se reparten por todo el territorio. En este sentido, hay que tener en cuenta el estratégico punto de la comarca en las comunicaciones con la Meseta, por lo que son muchas las edificaciones que, desde la época de la Reconquista hasta el siglo XVIII, se construyeron en diversas localidades.

Los históricos enfrentamientos entre las familias de la nobleza, la presencia de órdenes religioso-militares como los Templarios o el control de puntos estratégicos han dejado múltiples ejemplos de esta clase de edificios.

El paso del tiempo ha causado en muchas ocasiones graves estragos en estas construcciones, como es el caso del castillo de Rojas de Bureba, que hasta finales del siglo XIX aún conservaba en buen estado la torre del homenaje, hoy en franca ruina.

En el otro extremo se halla el castillo de Frías, que es el mejor conservado de todas las fortalezas de La Bureba junto con el puente fortificado sobre el Ebro. Por ello, ambos constituyen dos poderosos reclamos turísticos para la ciudad fredense.

La atracción que estos edificios ejerce sobre los visitantes, además de que por su ubicación común ofrecen vistas panorámicas de gran belleza, ha llevado a varias localidades a promover su recuperación con el apoyo del Gobierno regional.

Un ejemplo es Río Quintanilla, que ha recuperado totalmente una antigua torre medieval construida en el siglo XV para defender el Valle de las Caderechas. Otro caso destacado en base al interés por recuperar las antiguas construcciones militares en la comarca es la que históricamente resulta más ‘joven’ de las que aún resisten el paso del tiempo: la fortaleza de Santa Engracia en Pancorbo. Y es que -literalmente- era la llave para acceder por la ruta más corta hacia la meseta castellana, por lo que a finales del siglo XVII fue edificada en un punto superior incluso al antiguo castillo pancorbino.

La recuperación de las antiguas construcciones militares en La Bureba supone, por lo tanto, uno de los puntos fuertes sobre los cuales se ha consolidado el creciente turismo de interior.

Dicha opinión por parte de quienes desarrollan su labor en el sector se fundamenta en el hecho de que para cualquier tipo de visitante -desde estudiosos hasta niños-, los castillos y fortalezas resultan extremadamente atractivas.

Si en las iglesias prima el valor artístico o las técnicas arquitectónicas, habitualmente circunscrito a un segmento concreto de visitantes, en el caso de las construcciones militares su papel histórico adquiere gran importancia. Bajo esta premisa, además de la recuperación de las fortalezas, se están realizando actuaciones en elementos anejos como son las murallas.

Dos ejemplos de ello se localizan en la recuperación de la antigua muralla de Poza, así como la del palacio que, junto al castillo, conformaban un conjunto defensivo de primer orden para las valiosas salinas. Además, en Oña se ha recuperado parte de su muralla, que genera una gran curiosidad dentro de los elementos defensivos de La Bureba. Este hecho se debe a que la villa Condal no contó con un castillo propiamente dicho, sino que se amuralló el monasterio de San Salvador, algo inusual en la zona.

Uno de los últimos en sumarse a la lista de fortalezas visitables es el castillo de Monasterio de Rodilla, que resultó clave para los ejércitos navarros y castellanos en la Batalla de Atapuerca.

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