Restauración del Castillo de Tibi: más arqueología y paisaje que una rehabilitación

10/5/11 .- http://www.diarioinformacion.com

El castillo de Tibi (Alicante) está siendo objeto de un proyecto de restauración que no se centra en rehabilitar las ruinas de la fortaleza, sino en la mejora ambiental de su entorno con la siembra de vegetación autóctona y la reparación de los muros de contención en la ladera. Y como colofón, con la reposición y puesta en marcha de un colmenar de época íbera.

El municipio de Tibi tiene en su embalse del siglo XVI uno de sus atractivos paisajísticos más conocidos, aunque no el único. No muy lejos de la cola del pantano se mantienen las ruinas de su castillo árabe, datado en el siglo X. Encaramado en lo alto una peña, de él apenas ha llegado hasta nuestros días poco más que la base de la torre principal y restos de pared y una puerta en la parte posterior. Nada que ver con otros tiempos muy lejanos, cuando la fortaleza no sólo estaba en su apogeo de su uso militar, sino que a sus pies también se desarrollaba una actividad económica plenamente integrada en el entorno.
El inicio de un proyecto para la puesta en valor del entorno del castillo con vistas a la promoción del patrimonio histórico, cultural y paisajístico de Tibi, en el año 2007, tuvo como uno de sus primeros resultados el hallazgo de numerosos restos cerámicos de época íbera, pertenecientes a colmenas. La ladera del castillo era utilizada como un gran colmenar incluso siglos antes de que existiera la fortaleza. Ya a partir del siglo X, el lugar siguió teniendo una importante producción apícola, gracias en buena medida a las condiciones favorables que ofrecía la vegetación existente. Unas plantas que, además, se nutrían de los aljibes del castillo, en los que se iba acumulando el agua de lluvia. Así lo indicaron los expertos que realizaron el proyecto, promovido por la Fundación Creatia, entidad que tiene suscrito un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Tibi.
La importancia histórica de la apicultura en el municipio fue una de las principales razones por las cuales la Fundación decidió centrar el proyecto en la regeneración ambiental de la zona y el impulso a esa actividad económica, más que en la rehabilitación del propio castillo. En la actualidad sigue habiendo algunas colmenas en la parte más baja del cerro, aunque son de tipo moderno. En cambio, gracias a esta iniciativa se ha instalado una recreación de un colmenar de tipo íbero, formado por grandes vasijas cilíndricas superpuestas en tres niveles, colocadas en una pared de adobe y con una techumbre de cañizo. El director del área Educativa y de Divulgación de este proyecto, José Ángel Gran, explica que ya se ha colocado una primera fase compuesta por 65 colmenas, pero la intención es alcanzar una cifra final de 110.
Esta iniciativa combina aspectos arqueológicos, apícolas y de ingeniería agrónoma y medioambiental, que han contado con Miquel Martí, Salvador Andrés y Fernando Brugarola como técnicos responsables, respectivamente. Todos los puntos de vista han sido tomados en consideración a la hora de escoger los materiales, la ubicación y la disposición de las colmenas. Asimismo, todos esos aspectos también serán tenidos en cuenta en las siguientes fases del proyecto. Una de ellas será la restauración de los seis aljibes del castillo, los cuales servirán para el riego de las plantas que se siembren en la ladera. Esta operación, además, irá acompañada de la reparación de los aterrazamientos artificiales tradicionales que había en el cerro, y que frenarán el efecto de la erosión del terreno.
José Ángel Gran explica que, en la siembra de las citadas especies vegetales autóctonas, se emplearán semillas "de banco", seleccionadas de forma específica. Además, indica que han tenido conocimiento de que algunos vecinos de Tibi guardan semillas desde hace varias décadas, de plantas que han caído en desuso, y que previsiblemente se utilizarán también en el desarrollo del proyecto. Esta vegetación tendrá otra función: la de permitir la polinización de las abjeas del colmenar.
La idea es que el paraje sirva para la educación ambiental de los visitantes, no sólo admirando los enclaves que desde allí se divisan -las sierras del Maigmó y la Penya Roja- o como puerta de entrada al embalse de Tibi, sino también como una forma de conocer una parte del pasado arqueológico y cultural de la zona. Así, se plantea que las colmenas sean un espacio visitable; no obstante, la intención final es que la apicultura, sus vestigios arqueológicos, su evolución y su situación actual en Tibi sean el contenido de un museo que se ubicaría en el casco urbano. Éste es un objetivo más a medio plazo, pero que cuenta también con su propia área en este proyecto, coordinada por Cristina Lillo.
Por el momento, las 65 colmenas instaladas ya aportan un elemento llamativo al entorno del castillo de Tibi. Una fortaleza ahora con pocas piedras en pie -muchas de ellas se aprovecharon para otras construcciones, como una gran balsa de riego junto al río Verde-, pero que en su momento de apogeo fue un ejemplo de optimización de los recursos naturales para el desarrollo social y económico. Por ello, su puesta en valor se ha tomado en firme, de la misma manera que se ha realizado con otros lugares destacables del municipio, como la iglesia de Santa María Magdalena, también de la mano del convenio entre el Ayuntamiento y la Fundación Creatia. En este templo se trabaja en la actualidad en la restauración de unos frescos que durante décadas habían estado cubiertos de varias capas de pintura, de forma conjunta con la rehabilitación del edificio y restitución de su fisonomía original. Una forma de recuperar también el patrimonio local.

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