El románico urbano emerge en Zamora

11/7/12 .- http://www.elnortedecastilla.es/


El proyecto aspira a extenderse a la provincia mediante financiación privada y actividades de puesta en valor


El románico ha teñido de rojo Zamora durante cuatro años. Redes de ese color tendidas a lo largo de las fachadas han identificado los edificios románicos en restauración en el entramado urbano. «En estos cuatro años ha sido una forma de denotar presencia, de dejarse ver y hacer constar que estamos trabajando en un proyecto importante: la recuperación de templos románicos de la ciudad», detalla Fernando Pérez, director técnico de Zamora Románica.
Este plan arquitectónico desembarcó en la ciudad castellana en 2008 implicando a la Junta de Castilla y León, al Obispado, al Ayuntamiento y a la Fundación Rei Afonso Henriques, entidad de colaboración transfronteriza nacida en 1994.
El aporte económico principal ha corrido a cargo de la Consejería de Cultura con seis millones de euros que, más allá del aspecto estrictamente constructivo, ha movilizado proyectos y actuaciones que han ocupado a más de cuatrocientas personas: operarios de la construcción, arquitectos, historiadores, arqueólogos, restauradores, herreros, cristaleros, guías y otros perfiles profesionales se han entregado durante este tiempo a la recuperación del lustre estético de los edificios románicos.
Las actuaciones han abarcado desde restauraciones en edificios, bienes muebles y obras de adecuación arquitectónica y estética de los entornos que rodean las iglesias a la difusión de las mismas con el propósito de implicar a la opinión pública en el gusto por el románico y la sensibilización hacia el patrimonio.
En este clima, la visibilidad de las obras ha sido y es uno de los cometidos fundamentales, y para ello no se ha escatimado en andamios por los que han pasado centenares de visitantes contemplando in situ los trabajos sobre las piedras de los siglos XII y XIII que arman arcos, contrafuertes, bóvedas, columnas y capiteles. «Que la gente vea, entienda y aprecie lo que hacemos. Esa ha sido una de nuestras obsesiones», certifica Fernando Pérez.
En una ronda de visitas por los templos, Fernando Pérez se desplaza por el enjambre de calles con la idea de deslumbrar a sus acompañantes hasta una de las joyas del románico urbano zamorano: la iglesia del Santo Sepulcro. Allí intenta contagiar la fascinación por las pinturas murales que se localizaron en la portada del edificio y que ahora se protegen con un panel de vidrio transparente. Pero un desgarrón en el vidrio provocado por la pedrada de algún desaprensivo llena de desolación al arquitecto mientras se acercan dos vecinos de las casas aledañas al templo del siglo XII con tonos de lamento. «Ya hemos avisado a la Policía; el otro día unos chicos estuvieron por aquí y ya veis lo que han hecho». Por si fuera poco, los desperfectos no quedan ahí. Una pintada en la fachada trasera del edificio afea y ensombrece el trabajo realizado para recuperar el esplendor templo.
Con todo, la sensación de impotencia y disgusto ante el vandalismo no nubla la belleza evocadora de la visita al interior. La restauración ha sacado a la luz unas pinturas con motivos vegetales que adornan las vigas de madera que cruzan los muros del templo. «Estas vigas estaban completamente negras y cuando comenzamos a intervenir nos llevamos una sorpresa mayúscula por lo que escondían», apunta Fernando Pérez, satisfecho con las visitas guiadas que han llevado a cientos de personas al recinto. «Por aquí han pasado desde el simple turista hasta gente que ha venido a investigar para hacer su tesis doctoral».
Para que ciudadanos y visitantes pudieran conocer y acceder como espectadores privilegiados a las labores de rehabilitación de estas iglesias, se puso en marcha en noviembre del pasado año un programa de visitas guiadas a las obras. «Mucha gente ha subido a los andamios y ha gozado de una perspectiva artística que de otro no hubiera sido posible», señala Fernando Pérez, tan ilusionado como sorprendido por la repercusión y el eco ciudadano que ha tenido el proyecto.
La intervención en los edificios ha superado el aspecto arquitectónico. Antes de adentrarse en las necesidades y urgencias de cada templo se abordó con detalle su historia, rehabilitaciones anteriores, estado de conservación y condicionantes de mantenimiento; «en fin, todo un diagnóstico del calado de la restauración», anota el arquitecto vallisoletano.

Piedra rosada

Aunque fachadas, torres y cubiertas eran los elementos más dañados y en los que más se ha trabajado, las reformas han servido para mejorar accesos o la habitabilidad y confort de los recintos que acogen servicios litúrgicos. Es el caso de la iglesia del Santo Sepulcro, donde se han incorporado asientos calefactados.
El tono rosáceo de la piedra de las canteras que han nutrido los templos románicos zamoranos luce con esplendor, a pesar de la vulnerabilidad que su composición de arenisca y arcilla entraña frente al desgaste por humedad. Por este motivo se han colocado, bordeando la piedra en algunos edificios, estructuras metálicas de escaso impacto visual que, en caso de lluvia, desvían unos centímetros la caída de gotas de agua evitando la erosión directa sobre los sillares pétreos.
Un rally fotográfico, concursos de pintura, conferencias y otras actividades han implicado durante estos cuatro años a la población de la capital zamorana. «Era necesario contar con colectivos como cofradías para que entendieran que las actuaciones servían también para su desarrollo», sostiene Fernando Pérez.
Zamora Románica afronta ahora su última fase a falta de cuatro o cinco intervenciones de diverso calado que concluirán en el mes de octubre. Desde la dirección del proyecto, que tiene su sede en el convento de San Francisco, se da por cumplido el objetivo –«cualquiera aprecia la diferencia de lo que eran estas iglesias y en lo que han convertido»–, si bien consideran que «los efectos más visibles están por venir».
Los proyectos técnicos elaborados antes de actuar en los edificios h istóricos han decantado numerosa y valiosa información susceptible de ser investigada desde el punto de vista científico. «Esa es otra veta que abriría nuevas posibilidades de conocimiento», estima el director técnico. El reto ahora, dice, es que Zamora Románica pueda extenderse a enclaves de la provincia, donde otros templos podrían sumarse a la lista del románico escondido en espera de turno para ser descubiertos y disfrutados.

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