El Consorcio recupera las ruinas del templo más antiguo de Cuenca: San Pantaleón

17/5/11 .- http://www.globalclm.com

El Consorcio Ciudad de Cuenca ha comenzado los trabajos de musealización de la que está considerada como la iglesia más antigua de Cuenca, la de San Pantaleón.


Los orígenes de este templo datan del siglo XIII y según algunos historiadores perteneció a la orden de San Juan de Jerusalén, los antiguos Templarios que participaron en la reconquista de Cuenca.


El templo originario constaba de tres naves separadas con pilares que sostenían arcos apuntados como el que hoy día se conserva en la entrada principal, y en el que se puede observar un fino capitel historiado de tema caballeresco. Su superficie abarcaba tanto los restos actuales como la calle del Obispo Guerra Campos y el antiguo convento que actualmente alberga un hotel.


Los estudios de los historiadores determinan que entre finales del siglo XV y principios del XVI, el antiguo tempo de la orden del Hospital –denominado por ese entonces San Juan Bautista- se redujo a una ermita de una sola nave como consecuencia de la proximidad de nuevos templos como el de San Nicolás o la propia catedral. En esta época se reformó la cabecera, añadiendo el actual vano de medio punto que se aprecia en el muro Este.

Las obras vuelven al actual San Pantaleón en el siglo XVIII, cuando el templo se denominaba San Juan de Letrán, para acondicionar los muros laterales de la cabecera. También se interviene en los siglos XIX y XX. Concretamente, en 1874 cuando se desmantela el templo para construir barricadas durante la Tercera Guerra Carlista, y en 1998 para colocar el monumento de Federico Muelas.

Los cronistas de la ciudad José Luis Muñoz y José Luis Pinós sostienen en la obra Calles de Cuenca que la decadencia del templo comenzó cuando las órdenes militares empezaron a perder su función religioso-guerrera, así como que la iglesia no estaba en la relación de bienes desamortizables de Mendizábal, “por lo que su desmoronamiento debe venir de muy atrás”.


Nueva intervención


Ocho siglos después de su construcción, la iglesia vuelve a ser objeto de una remodelación. En este caso, para musealizar sus ruinas, así como los enterramientos medievales que aparecieron en la calle del Obispo Guerra Campos durante las obras de reurbanización y que pertenecían a la necrópolis de la propia iglesia.

El proyecto pretende incorporar la calle del Obispo Guerra Campos a los restos de San Pantaleón eliminando las rejas y los muros de mampostería que los separan actualmente.

Las fosas encontradas, una vez documentadas, se protegerán y se volverán a rellenar con tierras para proceder a la pavimentación de la calle. Sólo una de ellas se mantendrá a la vista del público a través de una ventana arqueológica. En ella se podrán ver restos óseos hallados (simulados) junto a herramientas y utillaje arqueológico.

En cuanto a los restos de la iglesia, se consolidarán y se aplicará un tratamiento para evitar que el agua penetre en el interior de los muros y puedan proliferar plantas que dañen los paramentos.

La actuación se completará con la colocación de paneles explicativos del yacimiento a la entrada de la iglesia, en el interior y en la embocadura de la ronda de Julián Romero.
El proyecto de consolidación y musealización de las ruinas de San Pantaleón tienen un presupuesto de 110.019 euros y un plazo de ejecución de tres meses.



Una verdadera necrópolis medieval


Las obras de reurbanización de la ronda de Julián Romero pusieron al descubierto en 2009 una verdadera necrópolis en la calle del Obispo Guerra Campos que, hasta el siglo XV, fue la nave lateral de la iglesia de San Pantaleón.
Los trabajos sacaron a la luz un total de 23 fosas con restos de entre 140 y 150 personas enterradas entre los siglos XIII y XVI.


En las excavaciones arqueológicas sólo aparecieron esqueletos y clavos oxidados, lo que significa que los finados fueron enterrados dentro de ataúdes y envueltos en sudarios. Las fosas se reutilizaron sucesivamente, desplazándose y descolocándose los cuerpos más antiguos al enterrar a los más recientes.


El resto del suelo de la ermita estaría también repleto de tumbas, pues durante toda la Edad Media y la Moderna el interior de las iglesias y sus alrededores fueron los lugares habituales de enterramientos del mundo cristiano. No sería hasta el siglo XVIII cuando los ilustrados comenzaron a advertir del peligro que esta práctica suponía para la salud pública.

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