Al Museo no le cabe un alfiler (Lorca)

6/2/11 .- laverdad.es

Puede parecer una exageración, pero no lo es. El Museo Arqueológico está a rebosar con un total de 4.134 piezas expuestas desde la Prehistoria hasta el siglo XVIII. Las últimas reformas realizadas en algunas de las salas posibilitaron una pequeña ampliación, pero en los almacenes del museo hay preparadas hasta 5.413 piezas inventariadas, reunidas en varias colecciones, en condiciones de incorporarlas a la exposición.
Y eso sin contar otro número indeterminado de hallazgos que todavía se encuentran en fase de estudio. Como señala el director del museo, Andrés Martínez Rodríguez, «la mayor parte de los depósitos que todavía están sin mostrarse al público, salvo algunas piezas excepcionales, proceden de excavaciones preventivas llevadas a cabo como consecuencia de obras de construcción previstas».
La estructura expositiva actual ha permitido, tras las últimas reformas, disponer de once salas abiertas al público. Cuatro de ellas están dedicadas a la Prehistoria y cuentan como estrella con los fragmentos de dos túnicas de lino con más de 4.000 años de antigüedad procedentes del yacimiento de la Cueva Sagrada, que se han conservado de modo excepcional, y se exhiben dentro de vitrinas climatizadas.
Otras dos salas se dedican a la cultura ibérica, y el resto se reparten entre el periodo romano, el medieval islámico, Castillo, monetario y periodo entre los siglos XVI y XVIII. El edificio dispone también de un pequeño salón de actos, una sala de exposiciones temporales, una biblioteca y otras dependencias que, en principio, no son adaptables para ampliar las salas expositivas.
El director del museo explica que «dadas las características del edificio, la rehabilitada Casa de los Salazar, también conocida como de los Moreno, un inmueble del siglo XVII, las limitaciones para exponer determinados hallazgos son limitadas, tanto por el espacio en su conjunto como por las dimensiones de las salas».
Para Martínez Rodríguez hay piezas de interés excepcional para las que se necesitan amplios espacios. Como ejemplo, cita las ruedas de carro ibéricas aparecidas en la calle Corredera, que están en proceso de restauración pero que, como se comprenderá, no podrían exhibirse en las condiciones actuales del museo. Otro ejemplo puede ser el altar de un santuario religioso ibérico encontrado en la calle Núñez de Arce, esquina Álamo, de corriente orientalizante.
En el posible listado de colecciones que deberían mostrarse en el museo, su director incluye la de piezas romanas aparecidas en el Carril de Caldereros, y las argáricas del yacimiento del Barranco de la Viuda, aunque «lo más urgente por ofrecer al público, en cuanto haya suficiente espacio, es lo que tenemos de la cultura ibérica y del periodo bajo medieval».
Tampoco es posible exponer todos los escudos heráldicos de piedra que atesora el museo. Hay algunos a la vista, pero quedan en los almacenes otros seis o siete, al igual que gran cantidad de piezas muy diversas de los siglos XVII al XIX. En síntesis, todo parece indicar que existe material de interés para llenar otro edificio similar al actual.
El atractivo del Museo Arqueológico para los que visitan la ciudad y para los propios lorquinos en general se refleja en el número de visitantes. A lo largo del año pasado recorrieron sus salas un total de 7.304 personas, una cantidad menor de la habitual, puesto que la media anual está algo por encima de las 12.000, pero ese descenso hay que achacarlo a que el museo estuvo cerrado durante cuatro meses, como consecuencia de las obras de climatización y mejora de la accesibilidad.

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