Una necrópolis cristiana y una nueva calle, hallazgos de las excavaciones en la Mezquita del Cristo

4/7/06 .- Abc.es

Una necrópolis cristiana y una nueva calle, hallazgos de las excavaciones en la Mezquita del Cristo de la Luz (Toledo)


Sin duda la Mezquita del Cristo de la Luz es un monumento que, pese a sus reducidas dimensiones, sorprende. No en vano es el más antiguo de la ciudad y sus ya más de mil años de existencia dan, si se sabe leer en sus entrañas, para mucho. Hace tres meses que el Consorcio de la ciudad de Toledo presentó públicamente el plan de restauración y recuperación del edificio y su entorno, que incluye intervenciones arqueológicas y arquitectónicas, y ya se han producido las primeras sorpresas.
Así al menos lo estima Arturo Ruiz Taboada, que junto a Raúl Arribas Domínguez dirige los trabajos arqueológicos, que además son coordinados por Ricardo Izquierdo, decano de la Facultad de Humanidades y responsable de los alumnos en prácticas que realizan estas tareas que durarán aproximadamente ocho meses. El cuadro directivo de la obra se completa con el arquitecto Francisco Jurado.
La excavación del primer estracto de la zona norte de la mezquita, a la que, aparte de su restauración, fundamentalmente se la pretende sanear y preservar de las humedades que puedan dañar su estructura mediante la construcción de una cámara bufa perimetral, ya ha dado «resultados interesantes que, en principio, no esperábamos», comenta Ruiz Taboada. Lo más destacado es, por un lado, el hallazgo de un enterramiento antropomorfo cristiano y, por otro, el trazado de una calle en sentido este-oeste que recorre el interior de la muralla islámica.
La necrópolis cristiana, datada entre los siglos XII y XV, está delimitada por la tapia de la calle y su ocupación es del cien por cien. No obstante, salvo algún caso, esa ocupación contribuyó a su deterioro, de forma que se han encontrado diversos osarios. Por lo que se refiere a la calle, la misma debió comunicar el convento próximo con la actual calle Núñez de Arce atravesando el entorno de la mezquita, dejando de existir aproximadamente a finales del siglo XV.
Localizar la cloaca
Tras la conclusión de este primer nivel de la excavación, para el que ha sido necesario talar tres árboles que podían dañar los muros inferiores, y que precisamente por eso su estabilidad no era la más sólida, seguirá bajándose la rasante hasta dar con el patio de la mezquita. El objetivo es localizar la cloaca general paralela a la calle actual para canalizar las aguas y librar de las humedades.
Luego se procederá a la construcción de la cámara bufa, como ya se hizo en el subsuelo de la sinagoga de Santa María la Blanca, alrededor de todo el monumento y a una profundidad aproximada de dos metros que será compatible con los restos encontrados. Dentro de unas semanas el trabajo de excavación no se va a limitar al exterior, sino que comenzará a excavarse en el interior de la mezquita.
La realización de este tipo de trabajos arqueológicos está relacionado habitualmente con la discreción, cuando no con el secretismo de materia reservada. En este caso no es así ni mucho menos.Todo lo contrario. Y es que la restauración no va a impedir en ningún momento que el monumento pueda ser visitado por el público porque la pretensión es que «la gente pueda participar de la excavación habilitando pasos y caminos para contemplarla», señala Ruiz Taboada. Ahora mismo, quienes visiten la mezquita del Cristo de la Luz podrán contemplar las excavaciones desde lo alto de una pasarela que comunica la parte trasera del edificio con la zona de los jardines, que tienen una antigüedad de unos 50 años.
La fase arquitectónica de la obra, presupuestada de manera global sobrepasando los 800.000 euros, supondrá realizar un profundo lavado de cara a la cubierta exterior y también la intervención en todo el interior.
Excavaciones públicas
Otro de los aspectos sorprendentes de este monumentos es precisamente el hecho de que su aspecto externo, el que se aprecia a simple vista, es el que menos tiene que ver con su milenaria antigüedad. Según Ruiz Taboada, todo el revestimiento exterior no tiene más allá de un siglo. En efecto, en la parte inferior de los muros a nivel de suelo se puede apreciar la piedra original, mucho más desgastada que la que a partir de unos veinte centímetros recubre sus muros. De hecho la inscripción de 1909 gravada en el capitel de una de las columnas interiores puede dar la fecha exacta de esa restauración que habla de un edificio que ha sido objeto de varias reconstrucciones.
La actuación también prevé la restauración de las bóvedas, que sufren importantes fracturas; la limpieza de la inscripción original, donde se aprecian costras de suciedad, deshojamientos de láminas de cerámica y la degradación de rejuntados; y la limpieza de las yeserías originales.
Además, siempre que no sea lesivo para las fábricas existentes, se eliminarán aquellos revestimientos a base de cemento y aquellos guarnecidos de mortero de yeso que no sean originales. En definitiva, un lavado de cara profundo -o habría que decir, secado- para uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.

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