Nuevas investigaciones arqueológicas en Denia

Dénia en el cambio de milenio. Un barrio islámico y una muralla. Las investigaciones arqueológicas que se han realizado en la vertiente occidental del arrabal de El Fortí arrojan nuevos y espectaculares datos sobre la historia de la ciudad.



Para los historiadores, el misterio siempre ha sido el mismo y se extiende durante demasiados siglos: estriba en la dificultad de conocer cómo fue Dénia entre el fin de la Dianium romana y la taifa épica de Daniya que ya en el siglo XI conquistó las Baleares. O, en otras palabras, qué fue de esta ciudad durante la época visigoda, durante la conquista islámica a partir del siglo VIII y durante el dominio del Califato de Córdoba. No obstante, y gracias al esfuerzo de las excavaciones arqueológicas, algunas de esas incógnitas se van resolviendo.


Hace escasas fechas, los trabajos desarrollados en la plaza del Convent arrojaron luz sobre un cementerio visigótico y sobre un palacio de época califal ubicado fuera del perímetro de lo que después sería la muralla de la medina. Ahora, las investigaciones efectuadas en El Fortí, el gran arrabal marítimo islámico ubicado frente al puerto de Daniya, al principio de la actual carretera de Les Rotes, aportan nuevos datos históricos de gran relevancia.

Hasta el momento, se pensaba que El Fortí era un recinto amurallado creado en el mismo siglo XI, en el período de la taifa, pues no se conservaba ningún vestigio anterior. Pero no fue así. Los trabajos realizados por los arqueólogos Pere Roselló y Rubén Vidal bajo la coordinación del director del Museo Arqueológico de la ciudad, Josep Antoni Gisbert, han localizado la muralla occidental del arrabal -la de tierra, pues la oriental frente al mar es ya emblemática en la memoria de esta ciudad- y, un poco más al oeste, los restos de un barrio anterior, de finales del siglo X, ubicado donde antes se creía que sólo había saladar. De hecho, la edificación posterior de la muralla, a mediados del siglo XI, supuso la destrucción de ese barrio, embrión originario del arrabal.

Ahora, podemos contemplar los restos de ese urbanismo, sus calles en disposición geométrica, talleres industriales, factorías de vidrio para la exportación, hornos para crear tejasÉRestos inéditos de la Daniya del año 1000, cuando el califato de Córdoba aún imponía su hegemonía sobre el Al-Andalus; huellas de una época hasta ahora desconocida. Un poco más de claridad sobre el pasado.

La existencia de ese barrio nos permite además aseverar que a principios del siglo XI Daniya -entre la alcazaba, la medina, el arrabal marítimo y la zona portuaria- alcanzaba las 35 hectáreas de extensión, «una superficie extraordinaria para una ciudad medieval», señaló Gisbert.

Con la llegada de la taifa, esto es, cuando Dénia se convierte en un gran reino independiente del poder de Córdoba, se hace necesario proteger El Fortí de posibles invasiones: es en ese momento, alrededor de 1050, cuando se fortifica el arrabal, no sólo por mar, sino también para cuidarse de posibles invasiones terrestres. Esa decisión supondrá arrasar el barrio del siglo X y erigir la muralla occidental sobre la que también se ha trabajado ahora: aún se puede contemplar parte del lienzo y de los cimientos de las torres semicirculares que la integraban. A mitad del siglo XII, tras la invasión almohade, a la muralla se le añadió una barbacana exterior, un paso de ronda delimitado por un muro de contención del que también quedan restos.

Con la conquista cristiana, en 1244, el Fortí -como la medina de la orgullosa Daniya- es abandonado y queda convertido en una extensión agrícola. No obstante, en 1811 la muralla aún era visible: aparece dibujada en un mapa de Alexandre Laborde, donde se pueden apreciar las torres semicirculares. Por cierto, que hasta el momento se pensaba que esas torres eran ficticias «pero los descubrimientos actuales dan por bueno y preciso el plano de Laborde». Después, a lo largo del siglo XIX, el muro de una finca agrícola se apoyó sobre el lienzo de la muralla.


Protección actual

Ahora, un milenio después de su construcción, la actual intervención arqueológica ha permitido documentar la arquitectura islámica de ese período. Además, dada su importancia, se ha tramitado la declaración de la muralla como Bien de Interés de General (BIC), lo que hace necesario preservarla. De hecho, y a instancias de los servicios arqueológicos, la Gerencia de Urbanismo contempla en el Plan de Mínimos la creación de un paseo peatonal integrado en el urbanismo contemporáneo, pues toda la zona es suelo urbanizable. Ese paseo tendrá 8 metros de anchura al exterior de la muralla islámica y 5 al interior.

«El objetivo -señaló Gisbert- es recuperar el uso público de la topografía histórica de la ciudad de hace mil años». En definitiva, lograr que la memoria de la ciudad forme parte de su futuro.