«Hay que acabar con la política de fachadismo», dicen los arquitectos.

29/10/04 .- Ideal/Rafa López

Los expertos piden respeto para el interior de los inmuebles históricos

Destacados especialistas en arquitectura criticaron ayer la política de «fachadismo» que, dicen, mantienen las administraciones públicas en relación con los edificios históricos. En efecto, a la hora de intervenir en este tipo de inmuebles suele establecerse la obligación de respetar la zona exterior del edificio, la fachada, pero se deja al libre albedrío lo que ocurra en el interior, de modo que a menudo se realizan obras poco adecuadas con esta parte de las construcciones.

«Granada vive un proceso de fachadismo muy preocupante en su centro histórico. Se mantienen exclusivamente las fachadas y se vacían todos los interiores de los edificios. Es decir, queda una ciudad muerta de contenido interno. Creo que esto se debe a una fuerte presión inmobiliaria sobre el centro histórico. En general, en los centros de las ciudades debe buscarse una gran calidad en las actuaciones de conservación y restauración», manifestó ayer el catedrático de Restauración Arquitectónica y ex director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada, Javier Gallego Roca.

A su entender, «no se puede desligar el ornamento de una fachada del sistema constructivo del interior del edificio. Habría que empezar a acabar con este fachadismo».

Javier Gallego rehusó poner ejemplos concretos del casco histórico de Granada, pero basta dar un paseo por el centro de la ciudad para entender a qué se refiere.

El catedrático no se encuentra solo en su postulado. Idéntica opinión mantuvo ayer el arquitecto italiano Paolo Marconi, profesor de Restauración de los Monumentos de la Facultad de Arquitectura de Roma Tre y uno de los máximos especialistas mundiales en la materia. «Es negativo mantener el exterior de los edificios pero no el interior. El fachadismo sólo se preocupa de la apariencia, pero hay que tener también en cuenta los diseños y los materiales de los interiores», manifestó.

Al respecto, puso como ejemplo positivo la Fundación Euroárabe de Granada, sometida hace años a una amplia restauración. «Se ha trabajado con materiales modernos y con maderas que tienen pocos años, pero sin embargo se ha trabajado con un lenguaje y un criterio apropiados que respetan la antigüedad del edificio. El resultado es un interior bellísimo del inmueble», explicó.

Seminario

Paolo Marconi intervino ayer en el seminario Torres Balbás, impulsado por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada, que organizó un ciclo de conferencias sobre el papel de la ciudad de Roma en la cultura de la restauración arquitectónica. «Roma simboliza sobre todo la historia y el tiempo, así como el fenómeno de la convivencia ciudadana en un centro urbano de gran valor arqueológico y arquitectónico», opinó Javier Gallego, quien a su vez es también director de este seminario.

Marconi abrió el ciclo de conferencias con una disertación sobre la experiencia de la capital italiana. «La conservación de los edificios se logra mediante las restauraciones, que deben acometerse con la máxima diligencia y rapidez posibles para evitar que se pierdan los monumentos. Es así de simple, pero no todo el mundo lo entiende», sentenció.

El experto opinó que el grado de conservación de Granada es similar al de otras urbes históricas. «Está tan bien conservada como las demás ciudades que se encuentran en manos de los arquitectos. Yo soy arquitecto, pero también soy crítico con mi ramo. Hoy solo se estudia la arquitectura moderna y nadie se ocupa de la arquitectura antigua. Al igual que un médico debe tener amplios conocimientos de anatomía, un arquitecto debe conocer bien la arquitectura antigua. Y no es así. Debemos ser autocríticos», manifestó.

Sobre la Alhambra, principal monumento histórico de la ciudad, opinó que se encuentra en un buen estado de conservación. Y agregó que la óptima situación actual de ese recinto se debe a la acción decisiva de Leopoldo Torres Balbás, arquitecto-conservador del conjunto monumental de la Alhambra y el Generalife entre los años 1923 y 1936. «Si no hubiese sido por la acción de Torres Balbás, la Alhambra sería ahora un montón de tierra», resumió.

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