Alcazaba de Málaga: Una defensa privilegiada

21/6/10 .- http://www.diariosur.es

La Alcazaba fue palacio nazarí, cuartel militar y un barrio de casas miserables. Dominando la bahía e imponente sobre la ciudad, el monumento se ha convertido en su seña de identidad

Uno de los monumentos más emblemáticos de la Málaga contemporánea es, sin duda, la Alcazaba. Dominando la ciudad, con bellas vistas hacia la bahía, el palacio-fortaleza que comenzara a levantar el rey de la taifa granadina Badis en el siglo XI se ha convertido en referente y seña de identidad de la ciudad. Por sus empinadas cuestas y bellos torreones pasearon durante el año pasado casi 300.000 visitantes, una cifra que convierte al conjunto monumental Alcazaba-Gibralfaro en el segundo más visitado de la capital, después de la Catedral.
Como ha sucedido con otros monumentos de la ciudad, la Alcazaba ha podido llegar en pie a nuestros días gracias a una conjunción de circunstancias favorables que evitaron que sucumbiera ante el abandono, la ruina y, finalmente, la piqueta. Y es que en el siglo pasado se planteó un proyecto para derribarla, desmontar el cerro y así unir la plaza de la Merced con el paseo de Reding.

Juan Temboury

A la recuperación y embellecimiento del monumento está ligado un nombre propio, el de don Juan Temboury -su busto en bronce se encuentra a la entrada por la calle Alcazabilla- historiador y defensor del patrimonio histórico y conservador del monumento. A su iniciativa se debe que la Alcazaba fuera declarada en 1931 monumento nacional. Su aspecto entonces poco tenía que ver con el de la actualidad: sus torres fueron ocupadas por viviendas, otras se apoyaban en sus muros y sus sillares y ladrillos -que ya los árabes habían reutilizado del Teatro Romano- sirvieron para levantar otras casas, en lo que constituyó un barrio miserable, el de la Alcazaba, en el que se carecía de luz, alcantarillado y agua. Era el último capítulo de un largo deterioro, que se inició tras la conquista por los Reyes Católicos. La Alcazaba fue la residencia de Felipe IV durante su visita a la capital. Después fue acuartelamiento militar y en 1843, cuando la abandonan los soldados, da cobijo entre sus muros y palacios a gentes humildes.
La demolición de estas viejas casas y las excavaciones que se inician a partir de 1933 permiten sacar a la luz importantes elementos, como el palacio del rey Badis, con sus arquerías, los Cuartos de Granada, con sus típicos arcos polilobulados y columnas -sólo una es original- puertas y arcos en herradura. También aparecen en las excavaciones gran cantidad de cerámica califal y nazarí, así como la loza dorada de reflejo metálico que tanta fama dio a Málaga. Algunas de estas piezas se exponen en las vitrinas que ocupan las salas del palacio nazarí.
La Alcazaba que hoy aprecian los malagueños y visitantes es la reconstrucción un tanto romántica de Guerrero-Strachan y Temboury, que a partir de los restos arqueológicos y de grabados del siglo XVIII tratan de recuperar un esplendor perdido hacía siglos, con más tesón y cariño que rigor histórico.
Al este de la Alcazaba se encuentra el castillo de Gibralfaro, también declarado monumento en 1931. Ambos se encuentran conectados por murallas. Se conoce que tuvo en su interior una torre elevada y también una mezquita. Tras la conquista, se le dio uso como polvorín y como puesto de vigía del Puerto.

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