«La más valiosa representación de barcos cantábricos», en peligro.

20/3/10 .- El diario Montañés

El abandono de la capilla del antiguo hospital de leprosos amenaza la conservación de importantes pinturas de la Alta Edad Media

Una de las mas valiosas representaciones de barcos de la Alta Edad Media del Cantábrico está punto de perderse ante la total pasividad de sus propietarios y sin que las administraciones actúen. La pérdida definitiva de estas pinturas sería ya el último paso de la historia de abandono que sufre el que durante seis siglos fue uno de los mas importantes centro de leprosos de la región: la Orden de los Lacerados Malatos de la Casa de Señor San Lázaro en Abaño (San Vicente de la Barquera).
Del año 1232 figuran los primeros textos fundacionales de esta orden que dio cobijo a los leprosos de la comarca hasta el año 1828. Los bienes de la fundación fueron vendidos por la Comisión de Instrucción Primaria en el año 1845 para destinarlos al sostenimiento de la Escuela de Primeras Letras de la villa.
Desde entonces la propiedad fue pasando por diferentes manos hasta que en la década de los ochenta del pasado siglo lo adquieren sus actuales propietarios, un matrimonio que reside en Estados Unidos, cuya esposa es originaria de San Vicente. Dichos propietarios presentaron diferentes propuestas para actuar en la propiedad. Sin embargo la normativa urbanística, paralizada durante las dos últimas décadas por la falta de desarrollo del Parque de Oyambre, no permitía ningún tipo de actuación, por lo que no se ha podido ejecutar ninguna de las propuestas y con ello tampoco se ha actuado en el edificio del antiguo Lazareto.
Mientras el estado de ruina seguía apoderándose de la edificación, en el año 1998, el arqueólogo y profesor del IES Valle del Saja, Ramón Bohigas, realizó un trabajo de investigación y limpieza junto a sus alumnos, descubriendo unas pinturas en los muros del interior de la capilla. Esas pinturas, desconocidas hasta aquel momento, comenzaron a aparece al desprenderse partes de las muchas capas de cal que se daban a estos centros ocupados por leprosos. Entre las pinturas aparecen elementos simbólicos, como un friso ajedrezado, rosetones y una gran cruz sobre el altar, todos ellos en pintura roja sobre el blanco de la cal.
Pero lo mas destacado de todos, son dos grandes barcos de una extraordinaria calidad, ya que todos sus elementos, tanto de la estructura como decorativos, están realizados con gran precisión y detalle.
Los dos barcos, uno de 2,50 metros y el otro de 1,20, están superpuestos y se considera que fueron realizados entre los años 1450 y 1530. El director del Museo Marítimo, José Luis Casado Soto, que fue llamado para su estudio tras el descubrimiento, no duda en señalar que «constituyen la mas valiosa representación de los barcos cantábricos que se conoce del final de la Edad Media, ya que representan a los buques que hicieron posible el descubrimiento de América y los Nuevos Mundos».
Bien de Interés Cultural
Al mismo tiempo que se realizó este descubrimiento se localizó nueva documentación sobre este centro, que lo convierte en el mejor documentado de toda la cornisa Cantábrica. Todo ello contribuyó a que en diciembre de 2003 el Gobierno de Cantabria lo incluyese en el Inventario General del Patrimonio Cultural con la categoría de Bien de Interés Local, lo que además de suponer un reconocimiento a sus valores, debería ser una garantía para su protección. Sin embargo nada de esto se ha producido. Las pinturas, tras su descubrimiento, fueron sometidas a un proceso de consolidación y recuperación mediante un proyecto financiado por sus dueños, pero no se volvió a actuar en la capilla que se encuentra en estado ruinoso.
La ley del Patrimonio Cultural de Cantabria, en su artículo 6 señala que «los ayuntamientos y demás organismo público de ámbito local, deberán de notificar a los órganos competentes de la Comunidad Autónoma, con la mayor rapidez posible, cualquier amenaza o daño que sufran los bienes culturales comprendidos en su área territorial de actuación». Esta situación le ha sido comunicada a la Consejería de Cultura desde el Ayuntamiento barquereño, que en el año 2004 aprobó una moción de la Unión Barquereña Independiente, dando detalles del estado en el que se encontraba y solicitando la urgente adopción de medidas para evitar su destrucción. Otras personas, como el profesor de Historia Medieval de la Universidad de Cantabria, Jesús Ángel Solórzano, también envió un escrito a los responsables de patrimonio alertando de esta situación.
Hasta el momento los responsables regionales no han actuado, pero tampoco lo ha hecho el Ayuntamiento que al margen de informar tampoco ha adoptado las medidas que le permite la misma Ley, a través del decreto 36/2001, que le faculta para «adoptar las medidas cautelares necesarias para salvaguardar los bienes integrantes del inventario general que viesen su integridad amenazada».

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