Pereira: "La catedral de Santiago es el mejor referente del románico peninsular"

27/2/10 .- http://www.farodevigo.es

"El templo no suscita tanto interés como el Camino: su VIII centenario sólo se celebró con una misa, un concierto y algún artículo"

“Todos los historiadores del arte coinciden en que la catedral de Santiago es el mejor referente del románico peninsular”. Con esta rotunda afirmación resumió ayer su intervención en el Club Faro Ana Pereira Molares, doctora en Historia del Arte, que quiso dejar claro que esta opinión no responde a una apreciación subjetiva ni chovinista, sino a la coincidencia general de todos los medievalistas. Para esta experta, el templo compostelano, que “aúna funcionalidad, síntesis e innovación”, demuestra que los gallegos “fuimos en aquel tiempo el centro de la modernidad”.
Tras ser presentada por la psicóloga Pilar Álvarez Ilarri, quien destacó la amplia formación y la amenidad de la conferenciante, Ana Pereira recordó que, paradójicamente, la catedral no despierta el mismo interés popular que el Camino de Santiago: “Su VIII centenario, en 1988, no tuvo repercusión. Sólo se celebró con una misa, un concierto con los intrumentos del Pórtico de la Gloria y un par de artículos en la prensa”.
Discípula de Joaquín Yarza, uno de los historiadores del arte que más saben de la catedral compostelana, Ana Pereira destacó que el románico “fue el primer estilo de validez supranacional: las numerosas diferencias existentes dentro de él hacen que sea más correcto hablar de la expresión artística de una época que de un país”.
Podemos seguir de forma fidedigna la construcción de la catedral gracias al Códice Calixtino, escrito en 1140, y que “fue una especie de guía Michelín para los peregrinos”, como lo describió Ana Pereira.
Habló de dos fases en la ejecución de la obra: de 1075 a 1088 y de 1094 a 1122. En la segunda etapa, en la que intervinieron el maestro Esteban, el maestro Mateo –escultor y autor del Pórtico de la Gloria– y Bernardo “el joven”, destacó la implicación del obispo Gelmírez, personaje que calificó de “fascinante, para bien y para mal”, y que “logró que Santiago fuese la ciudad más poblada del mundo cristiano después de Toledo”.
La historiadora del arte, miembro del Instituto de Estudios Vigueses, subrayó la “síntesis de funcionalidad” que representa el edificio como iglesia de peregrinación. En su planta de cruz latina (con un brazo longitudinal de 95 metros y uno transversal de 65), el espacio transversal, llamado transepto, presenta una anchura mayor de lo habitual para acoger a un mayor número de fieles. Otra de las innovaciones que adelanta es el deambulatorio o girola, espacio que rodea el altar mayor que facilita el circuito procesional de los peregrinos sin perturbar el culto. Se trata de un diseño original de Francia y mejorado en Santiago que dota al templo, según Ana Pereira, de una estructura “tremendamente funcional”.
La aportación francesa no es la única síntesis que presenta la catedral: los arcos peraltados denotan la influencia del prerrománico asturiano, y la proporcionalidad de las alturas de la nave central y de los laterales (22 metros en el centro y 8 metros, prácticamente un tercio, a los lados) anuncia el gótico. Según la experta, el templo románico permitía una luminosidad en el interior que se ha perdido con los añadidos posteriores.

Conjunto escultórico

Al menos igual de importante que el aspecto arquitectónico de la catedral es el escultórico. “Los historiadores creen que debió existir un programa unitario desarrollado en 1100 y basado en el dogma trinitario de Padre Hijo y Espíritu Santo”, resaltó Ana Pereira.
Sobre el maestro Mateo, autor del Pórtico de la Gloria, apuntó que se conocen más datos de él que de cualquier otro artista de su época. Se sabe que era constructor de puentes en Cesures y que trabajó en Santiago a partir de 1168. El rey Fernando II le concedió una pensión de 100 maravedíes, lo que le permitió asentarse en su lugar de trabajo y renunciar al nomadismo de otros artesanos.
Ana Pereira recordó que este conjunto escultórico está basado en el Apocalipsis de San Juan, y que “el maestro Mateo no dejó ninguna ambigüedad a la interpretación”, pese a que el análisis resulte sumamente complejo por la dificultad del tema y por los cambios experimentados.

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