BIC para San Esteban (Murcia)

12/1/10 .- http://www.laopiniondemurcia.es

Es saludable constatar que la ciudadanía haya encontrado a través de Internet un medio para compensar las, a menudo, arbitrariedades de un poder político que cree disponer de total libertad para actuar al margen de la voluntad popular apelando a la supuesta legitimidad que en su día le otorgaron las urnas. En mi pasada columna daba cuenta de que la presión popular ejercida a través de la Red estaba poniendo en cuestión la absurda y sorprendente detención en Copenhague de Juan López de Uralde, de Greenpeace, y de otros tres activistas, hoy en libertad, aun con cargos, gracias a las presiones de la sociedad civil y de gestiones diplomáticas. Como es notorio que fue la articulación de una amplia respuesta ciudadana, con indudables repercusiones mediáticas, la que, hace ya casi un mes, paralizó el expolio que se pretendía materializar con los restos del arrabal musulmán de la Nueva Arrixaca descubierto en el Jardín de San Esteban de Murcia.
La presión del movimiento ciudadano organizado, con tres denuncias judiciales interpuestas, supuso que se impusiera el sentido común hasta el extremo de que el presidente Valcárcel, desoyendo las pretensiones del director general de Bellas Artes de la Comunidad Autónoma, señor Ujaldón, e imponiéndose sobre el sorprendente silencio del alcalde de la ciudad, anunciara, en su día, la renuncia a construir en el lugar el proyectado aparcamiento. La ciudadanía respiró aliviada. Pero la Comunidad Autónoma de Murcia y el propio Ayuntamiento de la ciudad no se han pronunciado, hasta el momento, sobre la petición de asociaciones como Huermur, Propatrimonio y miles de ciudadanos para el inicio de la incoación del expediente para la Declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) de este yacimiento. Aunque es cierto que, a la hora de redactar estas líneas, tengo noticias de que está próxima la adjudicación a una empresa de las labores de conservación del mismo, la declaración de BIC de estos restos garantizaría mejor su futuro para el disfrute de la ciudadanía y de cuantas personas nos visiten.
La Declaración de Bien de Interés Cultural está regulada por la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. Posteriormente esta figura de máximo rango fue asumida paulatinamente por la legislación de las Comunidades autónomas, en nuestro caso por la Ley 4/2007, de 16 de marzo, de Patrimonio Cultural de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Según el artículo 13 de ese texto legal, la incoación de ese expediente pueden realizarlo también, como en el caso que nos ocupa, entidades cívicas representativas. Por ello, es sorprendente e irritante además que, habiéndose pronunciado sobre la oportunidad de esta medida jurídica de protección varias de las entidades de las consideradas consultivas por la Ley del Patrimonio Regional como son el Colegio de Arquitectos de Murcia, la Academia Alfonso X el Sabio y el departamento de Historia del Arte de la Universidad de Murcia, la dirección general de la que es responsable el señor Ujaldón, el propio Ayuntamiento de la capital y la Comunidad Autónoma de Murcia hagan oídos sordos a tal petición.
Las pertinaces lluvias que están cayendo en la ciudad en un invierno más húmedo de lo que en estas tierras es habitual pueden condenar, si no se actúa pronto, al rápido deterioro de unos restos cuyos materiales son, como se sabe, de una fragilidad que está pidiendo a gritos soluciones urgentes.
Sorprende la estrechez de miras de unas autoridades culturales cuya gestión no va más allá de la programación de rimbombantes actuaciones para cosechar réditos electorales, pero de dudosa eficacia para la potenciación de una Cultura para toda la ciudadanía, y no para unos pocos. Sorprende la negligencia demostrada durante este largo mes por el alcalde de la ciudad, el primero que debería velar por la conservación del patrimonio urbano, y sorprende también la inacción del presidente de la Comunidad Autónoma, que, más allá de una política de gestos, creo que debería liderar personalmente las actuaciones tendentes a consolidar una joya arqueológica sin igual en lo que fue el antiguo territorio de Al Andalus.

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