Hallan en el Cabo de las Huertas (Alicante) dos pecios de los siglos XV y XIX

30/6/05 .- Diario Información/J. A. Giménez

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El MARQ y el Taller de Imagen de la UA trabajan en el estudio y la reconstrucción virtual del más antiguo, el primer barco lapidario que aparece en la Comunidad


El hallazgo de dos nuevos pecios en la zona costera alicantina del Cabo de las Huertas -uno de ellos el primer barco lapidario hundido del que se tiene constancia hasta el momento en toda la Comunidad Valenciana- es una evidencia más de que los fondos marinos de la bahía de la Albufereta, donde en 2002 apareció uno de la época romana, son un gran yacimiento arqueológico.

El Museo Arqueológico de Alicante (MARQ), dependiente de la Diputación Provincial, y el Taller de Imagen de la Universidad de Alicante (UA) trabajan mano a mano desde el pasado lunes en las tareas de estudio, recuperación y reconstrucción virtual del más antiguo de los dos pecios localizados, que, según los datos preliminares de la investigación, datan de los siglos XV y XIX respectivamente.

El descubridor de los dos navíos -lo que le da el derecho de ponerles nombre- es Jorge Mora, un profesor asociado de la UA que es aficionado al buceo. Fue el pasado abril cuando en el transcurso de una sesión de submarinismo en las aguas del Cabo de las Huertas se topó con los restos de ambos naufragios, que no se encuentran a mucha distancia entre sí, según explicaron a este diario los miembros del equipo multidisciplinar encargado de la excavación subacuática.

Mora dio rápidamente parte del hallazgo a la Guardia Civil, cuyo grupo de buzos se desplazó al lugar y balizó la zona, y también lo comunicó a la Conselleria de Cultura, quien a su vez se puso en contacto con el MARQ ofreciéndole tomar las riendas de la investigación. Los responsables del museo pensaron enseguida en el Taller de Imagen de la UA para el trabajo de reconstrucción virtual del barco.

El arqueólogo del equipo, Carlos de Juan, informó «in situ» a este periódico de que a lo largo de la semana han procedido a la delimitación y montaje del yacimiento. Primero, limpiando la arena que cubre los restos mediante unos tubos que, gracias a una motobomba, actúan a modo de aspiradora. Esta tarea se tiene que repetir al inicio de cada jornada de trabajo si la noche anterior ha habido viento.

El siguiente paso fue la fijación de un bastidor rectangular que, en su parte superior, posee unas cuadrículas que dividen visualmente los restos por cada metro cuadrado. De este modo se puede configurar un fotomosaico digital que da una visión completa del aspecto del yacimiento, ya que «bajo el mar no se tiene la misma perspectiva de conjunto», señaló José Antonio Moya, técnico del Taller de Imagen responsable del proyecto de la reconstrucción virtual.

Carlos de Juan dice que ya han encontrado diversos fragmentos de cerámica, como una perolita de cocina de pasta rojiza y con esmalte interno, aunque la carga principal del barco, y probablemente la clave del naufragio, son dieciséis grandes piedras sillares de formas no homogéneas. «Puede que aparezca alguna más enterrada», apuntó.


Las causas del naufragio

El yacimiento se encuentra a unos ocho metros de profundidad, muy cercano al litoral y justo enfrente de lo que siglos atrás fue una cantera en la que todavía hoy quedan huellas de aquella actividad.

El barco tiene 14 metros de eslora y el cargamento que transportaba, «que no era para una gran travesía sino para una zona próxima», precisó el experto, pesa entre 18 y 20 toneladas. Conforme avance la prospección, examinando la ubicación exacta de los sillares, «podremos determinar con certeza las razones del naufragio», indicó Carlos de Juan, quien aventuró que pudo deberse a una mala colocación, exceso de peso o corrimiento de las piedras, o quizás por un temporal.

El arquitecto destacó la posterior realización de un «trabajo urbano» que permita conocer qué edificio histórico de Alicante presenta en su construcción la misma técnica de piedra labrada y que fue, por lo tanto, el frustrado destinatario de esa carga hundida.

Los grandes bloques de piedra «los desplazaremos unos centímetros mediante dos globos hinchables de 500 kilos cada uno para tener acceso al maderamen del barco, que está enterrado en su 90% y hay que excavarlo», anunció José Antonio Moya. Una operación «muy delicada» porque al levantarlos «pueden hacer efecto ventosa con lo de abajo», puntualizó, y para la que utilizarán un sistema de intercomunicación submarina.

Los buzos bajan en pareja en turnos de dos a tres horas, desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde, por lo que el equipo estima que para principios de julio habrá acabado esta primera campaña que, gracias a la infraestructura de que disponen el MARQ y la UA, ha requerido un presupuesto de tan sólo 6.000 euros.

Dependiendo del estado del pecio, se baraja la posibilidad de que se exponga en un futuro en el MARQ, donde en cualquier caso se podrá ver a corto plazo la reconstrucción virtual y las piezas rescatadas. «Las texturas y las formas que se vean en la visita virtual serán como las reales porque la animación se hará a partir de 400 fotografías digitales», adelantó Moya.

El otro pecio localizado, en el que todavía no se ha trabajado, en principio pertenece al siglo XIX y su cargamento es de láminas de pizarra, seguramente también dirigidas a alguna construcción.

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