Miguel Sobrino: "Las catedrales eran laboratorios de avances tecnológicos"

28/11/09 .- http://www.farodevigo.es

Profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid, afirma que estos grandes templos, además de espacios religiosos, eran centros de encuentro, festivos y de comercio

"Las catedrales eran un laboratorio de ideas y avances tecnológicos", dijo ayer en el club FARO Miguel Sobrino, profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid, escultor y dibujante. Presentado por la periodista de FARO Marta Fontán, la historia desconocida de los grandes templos fue el tema que convocó en el auditorio do Areal a un público numeroso que pudo entrar en otra dimensión vital y funcional de las catedrales, más allá de las estrictas parafernalias religiosas.
La tesis sobre la que giró toda la intervención de Sobrino, apoyada en diapositivas que mostraban aspectos de diversas catedrales españolas, es que, a pesar de ser los edificios más identificables de las ciudades, las cuales configuró en su momento urbanísticamente y perfiló con su monumental silueta, a las catedrales "sólo las conocemos físicamente, y sabemos algo de su historia por las guías, pero existen otros puntos de vista", no tan difundidos, otra dimensión sorprendente.
Una idea también central por él expresada: "Puede que hayan transcurrido cinco u ocho siglos desde que se erigieron pero las catedrales siguen siendo el emblema más reconocible en muchas de nuestras ciudades. Sin embargo, reconoce que hay una gran diferencia entre la agitada "vida civil" de las catedrales de otras épocas y la actual, en que se muestran "solemnes, frías, silenciosas y casi vacías. Una catedral cristiana se halla en nuestros días casi tan vacía de contenido como un antiguo y ruinoso templo pagano".
De par en par
Sobrino, que acaba de publicar en La Esfera de los Libros la obra "Catedrales. Las biografías desconocidas de los grandes templos de España", afirma que los templos , además de lugares dedicados a Dios, "estaban abiertos de par en par, no como ahora que hay que pagar. Antes eran como calles cubiertas, dotadas de una vida cívica que hoy se ha perdido. Antiguamente eran espacios abiertos, centros de encuentro y lugares de comercio: una especie de foro o plaza cubierta donde se reunían los gremios, se instalaban mercados en los claustros e incluso se permitía el acceso de los animales.
Función festiva, comercial, funeraria, militar... A través de las diapositivas, Sobrino iba resaltando las diversas funciones de esos espacios no tan sagrados, y se detuvo en la catedral de Barcelona. "Una parte del trasfondo civil y hasta festivo que se daba antaño en esta catedral –dice– se ha refugiado hoy en el claustro, cuya atmósfera bulliciosa sorprende a no pocos de sus visitantes. Quizá esperan algo más solemne de una iglesia y de un claustro, sin saber que con su aire de plaza pública, con sus tiendas, velas, letrinas, gentes de paseo y de cháchara, con las ocas armando escándalo y chapoteando en el estanque a la sombra de las palmeras y magnolios, el claustro de Barcelona mantiene vivo el ambiente que caracterizaba a los grandes templos durante la Edad Media. Ese aspecto de zoco y de lonja, unido a la devoción con que los fieles prenden cirios en las capillas, es seguramente lo más parecido que podamos encontrar a lo que pudieron ser las catedrales antes de que la solemnidad y el envaramiento, impuestos a partir de la Contrarreforma, modificasen la vida y hasta la liturgia que tenían lugar en ellas".
Por la pantalla pasó la catedral ante la que se administraba justicia (como en León o Sigüenza), se dirimía el reparto de las aguas (Valencia)...
Lo que viene a decir este artista es que la visión pseudoliteraria de una sociedad medieval ignorante y paupèrrima que saca fuerzas sobrehumanas de su flaqueza para erigir templos a Dios es falsa. En toda su disertación latía la idea de aplicar un enfoque humanizador a las catedrales, más allá de enumerar a los autores o mentores de cada pieza. Sin embargo no se olvidó de recordar que la arquitectura medieval era una disciplina sometida a una organización profesionalizada. "El grado de arquitecto –dijo–, que antes se diría maestro mayor, se adquiría tras una larga formación a pie de obra por lo que, cuando se accedía a ese puesto, se poseía un conocimiento personal y directo de las técnicas".

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