Cuenca explora su arqueología

El año pasado el Municipio de Cuenca abrió su unidad de Arqueología Urbana. Hay un levantamiento catastral de 6 000 inmuebles del Centro Histórico.

El último descubrimiento fue en el patio de la antigua escuela Central La Inmaculada, en el Centro Histórico de Cuenca. En ese espacio, donde hasta hace dos años cientos de niñas jugaban en sus recreos, una prospección arqueológica descubrió vestigios.

Un muro de origen inca, una tumba presuntamente prehispánica y antiguos canales de aguas servidas y limpias superpuestos son parte del hallazgo. Así lo dice Jaime Idrovo, director de la Unidad de Arqueología Urbana del Municipio de Cuenca.

Todos esos elementos dejan en evidencia -explica- el uso permanente y variado que tuvo ese inmueble a lo largo de la historia. A más de escuela, en ese sitio funcionó una cárcel, un hospital y aunque no hay certezas se estima que también un cementerio.

Los vestigios sorprenden, pero la posibilidad de hallar algo ahí no fue producto de alguna casualidad. Hace un año la unidad referida tuvo como primera tarea hacer el levantamiento catastral de 6 000 inmuebles ubicados en el Centro Histórico de la ciudad. Allí se analizaron las posibilidades que había de hallar vestigios en cada uno de los espacios dentro de la lista.

Según Idrovo, con base en esos resultados, cualquier intervención pública o privada que vaya a realizarse en el Centro Histórico debe ser verificada en ese catastro. De ser el caso, habrá una prospección arqueológica previa a la ejecución de obras.

Hasta el momento 23 espacios han sido objeto de prospecciones arqueológicas. Allí, además de preservar los vestigios, se realizan estudios históricos y antropológicos para determinar la importancia de cada espacio.

Para Pablo Abad, director de Áreas Históricas y Patrimoniales del Municipio de Cuenca, un espacio con un pasado tan rico como el Centro Histórico requiere de su propio sistema de gestión. Eso incluye control, planificación e investigación.

Por eso, a más de esta unidad de arqueología, su departamento tiene unidades encargadas de investigar los bienes intangibles (Pase del Niño, Corpus Christi, Carnaval…) y la historia arquitectónica. El departamento que dirige Abad tiene un presupuesto anual de USD 10 millones.

Para Napoleón Almeida, director regional del Instituto Nacional de Arqueología, esta es la primera unidad especializada en el tema del país y una de las pocas de Latinoamérica.

A su criterio, el mayor aporte de una dependencia de este tipo es su colaboración a la construcción de una identidad a través de la historia. “En Ecuador no tenemos consolidada una verdadera identidad porque no conocemos bien nuestro pasado”. Según Almeida, la prioridad del trabajo no debe ser mostrar los hallazgos sino estudiarlos.

En el caso de la Escuela Central, los vestigios sí estarán visibles, pero porque ahí funcionará el Centro de Interpretación del Patrimonio, dice Abad. Ahí se planea construir una plataforma con vista al subsuelo “pero la idea no es esa siempre, sino conseguir una armonía entre el desarrollo y el pasado”.

Parte de esa armonía está en lo que los funcionarios municipales llaman “puesta en valor social”, es decir compartir los hallazgos con la población mediante su exhibición (cuando es posible), estudio o análisis.

Pablo Vásquez, gerente de la fundación El Barranco (organización a la que pertenece la Unidad de Arqueología de Cuenca), cree que en el desarrollo de la ciudad deben incluirse también elemento de la historia. Esto, “como una forma de recordarnos de dónde venimos”.

Uno de los hallazgos más interesantes de esta unidad fue el que hizo en la zona de El Vado (ingreso suroriental al Centro Histórico). Allí se encontraron muros completos que datan de la época Prehispánica.

Actualmente se trabaja allí en un proyecto de remodelación de la Plaza del Vado, que incluirá como elementos principales a esos vestigios. El proyecto está a cargo del arquitecto Diego Jaramillo, curador de la Octava Bienal Internacional de Pintura de Cuenca (2007).