El juzgado archiva el caso del robo de la lápida visigótica de la ermita de Montes (Ponferrada)

21/2/09 .- http://www.diariodeleon.es

La pieza, una joya del siglo X que iba a exhibirse en Las Edades, desapareció en marzo del 2007

A punto de cumplirse dos años de la desaparición de la lápida fundacional de la ermita de Santa Cruz de Montes, una joya visigótica que estaba a punto de ser exhibida en la edición ponferradina de Las Edades del Hombre, el caso se ha convertido en un misterio sin resolver. La valiosa piedra no se ha encontrado, ni tampoco al culpable o culpables de su sustracción.

Por lo menos desde la perspectiva de la investigación judicial, el caso se da ahora mismo cerrado. El Juzgado de Instrucción número uno de Ponferrada acaba de dictar un auto, al que ha tenido acceso este periódico, en el que se acuerda el sobreseimiento provisional y el archivo de la causa.

La resolución de la magistrada del número 1 en tal sentido se produce después de que las pesquisas policiales y las declaraciones que se han producido por parte de diversos testigos vecinales y también de responsables de la custodia de la pieza no hayan conducido a ninguna parte desde el punto de vista penal.

La desaparición de la lápida fundacional de la ermita de Santa Cruz de la localidad de Montes de Valdueza se produjo el 3 de marzo del 2007. Fueron los propios vecinos los que dieron la voz de alarma. Según relató uno de ellos en los días posteriores, la pieza estaba en su sitio hacia la media tarde del domingo en el que se produjeron los hechos, pero «un par de horas más tarde», entre las nueve y las diez de la noche, ya sólo era perceptible el hueco que ocupaba.

La lápida fundacional de la ermita era uno de los pocos restos visigodos que se conservaban en el patrimonio artístico del Bierzo. Era una estela de mármol blanco del siglo X, de 1,20 metros de alto por 0,78 de ancho, dedicada a seis santos, y que formaba parte del bajorrelieve del frontal del templo ponferradino.

Nadie vio a nadie

En el auto de archivo de la magistrada del número 1 se recoge textualmente que de los numerosos testimonios recogidos de los testigos involucrados en la investigación, «ninguno ha podido aportar dato alguno que permitiera identificar al autor del hecho». «Por no haber presenciado el hecho delictivo, ni haber visto a nadie en posesión de la piedra sustraída».

Un imputado

Aunque existía una persona imputada inicialmente, ninguno de los comparecientes le llegó a atribuir en todo este tiempo la comisión del delito. Respecto a esta imputación, la resolución judicial concluye: «Frente a la declaración exculpatoria del imputado, efectuada en sedes policial y judicial, quien niega la sustracción que se le imputa; aunque se aprecie alguna contradicción, no hay prueba suficiente para formular acusación fundada en derecho, puesto que nadie le vio cometiendo el hecho ni en posesión del efecto desaparecido».

Aunque los hechos investigados son constitutivos de infracción penal, «al no existir motivos suficiente para atribuir su perpretación a persona alguna determinada», es por lo que la magistrada apela a los artículos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para decretar el sobreseimiento provisional de las actuaciones y el archivo de la causa.

Crisis política

La desaparición de la lápida fundacional de la ermita de Santa Cruz de Montes levantó en su momento una importante cascada de reacciones políticas. Sobre todo porque era una de las joyas que iba a mostrarse en la exposición de arte sacro de Las Edades del Hombre que se celebró en Ponferrada.

Desde la oposición municipal se culpó directamente a la Junta de Castilla y León del robo por la falta de vigilancia. Algo en lo que puso mucho el acento el entonces presidente del Consejo Comarcal del Bierzo, Ricardo González Saavedra.

Y la Junta, a través de su vicepresidenta, María Jesús Ruiz, arremetió por su lado contra el delegado del Gobierno en la comunidad, Miguel Alejo, por entender que debería ser él quien garantizase la seguridad de este tipo de bienes del patrimonio histórico artístico.

Fruto de toda la controversia, la basílica de Nuestra Señora de la Encina optó por desmontar todo lo que quedaba del relieve original en el que se inscribía la lápida robada para custodiarla hasta que en Montes se pudiera garantizar una mínima seguridad.

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