Una exposición recrea la trascendencia del camino de Santiago en la Edad Media

Fue una peregrinación religiosa teñida del mito de caminar al que hasta entonces era el fin del mundo, pero acabó siendo muchas cosas más: una ruta por la que se movían las ideas, los productos y la cultura y que servía para comunicar mundos diferentes y países distintos. La relación del camino de Santiago con la vertebración europea está probada y admitida desde todos los ámbitos, y ahora una exposición resume la historia y las características de esta vía que comunicó el arte y el pensamiento durante toda la Edad Media.
«Europa fue camino» es el título de esta exposición que viene a Córdoba de la mano de la Fundación La Caixa y que tanto en su formato como en su contenido destaca por su carácter novedoso y didáctico. Está instalada en una carpa en el Paseo de la Victoria y en ella el visitante puede conocer no sólo en qué consistía esta ruta sino sobre todo su sentido y la importancia que tuvo en la España y en la Europa de su época.
La muestra, que se podrá visitar hasta el 22 de marzo, no sólo se comprende a través del entendimiento, sino de los sentidos. El visitante escucha el sonido de los talleres de artesanos y del canto gregoriano, huele el incienso de la Catedral de Santiago de Compostela y las hierbas medicinas de la Edad Media, puede tocar algunos útiles de la época y hasta sumergirse, mediante un juego de espejos, entre las columnas de un templo.
No se conforma con láminas ni explicaciones, sino que intenta reproducir con fidelidad los elementos de los que habla. Por eso el visitante conoce primero los códices medievales para después hacer el mismo viaje que el eremita Pelayo, mítico descubridor de la tumba del apóstol.
Como él, seguirá el camino de las estrellas, («campus stellae», del que deriva el nombre de la ciudad) mediante un firmamento figurado. Después desembocará en la cueva del ermitaño y en un «scriptorium», el principal vehículo transmisor de la cultura y del conocimiento en la Edad Media, antes de que se inventara la imprenta. Fue a través de aquí como empezó a difundirse la peregrinación a la tumba de Santiago desde el siglo IX.
Tras relatar la historia del martirio y traslado del cuerpo del apóstol, se cuenta la historia del camino de Santiago y los atributos tradicionales del peregrino: el morral, el bordón y la concha de vieira, que empezó siendo un talismán para quienes hacían el camino y que se ha consagrado con el tiempo como el verdadero icono de la ruta.

El «Finis Terrae»

Como indicó el secretario general de la Fundación la Caixa, Luis Reverter, citando a Goethe, «Europa se hizo caminando y el camino sirvió para unir culturas y conocimientos». No sólo entre los cristianos, sino también desde la España musulmana, que tenía en Córdoba su capital, y que traía el conocimiento de las culturas de Oriente Próximo.
En aquel momento Compostela no era sólo el lugar en el que venerar la tumba de Santiago, sino también el «Finis Terrae», el confín del mundo conocido cuando se pensaba que tras el Océano Atlántico estaban las tinieblas, lo que tenía un carácter simbólico.
Un capítulo muy importante es el de la construcción, ya que por la vía del Camino de Santiago llegan a España los dos estilos artísticos más importantes de la Edad Media: el románico y el gótico. La exposición muestra los andamios y objetos que se utilizaban para levantar edificios en la época junto a los mejores templos que se iban construyendo en las ciudades y pueblos por las que los peregrinos se dirigían hasta el templo en que estaban los restos del apóstol.
La alimentación, el trabajo de artesanía, los hospitales que entonces servían para alojar a los caminantes y el comercio se muestran con los objetos al alcance de la mano, en un intento de recrear el ambiente con total fidelidad. No falta la farmacia, con las hierbas que entonces hacían de medicinas. En ellas el visitante puede oler las fragancias de estas herboristerías medievales a medio camino entre la alquimia y la medicina científica. El suelo recubierto de paja para luchar contra la suciedad hace aún más verosímil el ambiente medieval de recreación del camino de Santiago.
Al final del recorrido, y mientras se recrean las rutas más importantes, como el camino francés con la cruz de Roncesvalles como gran emblema, quienes conozcan la exposición podrán «entrar» en la catedral románica de Santiago, reproducida con el aspecto que debía tener en la Edad Media, incluido el altar, antes de la intervención del barroco. Como culminación del camino no está el tradicional botafumeiro, pero el olor del incienso.