Barreda, patrimonio y paisaje

30/12/08 .- ABC.es

por Antonio Zárate Martín. Profesor de la UNED


La reciente concesión de la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando al Presidente Barreda por la sustitución de la urbanización «Vega Baja 1» por un parque arqueológico es una satisfacción para los amantes de la cultura. Por supuesto, es una acción política merecedora del reconocimiento de toda la sociedad, pero lamentablemente sólo pone a salvo una pequeña parte de la «Vega Baja», en su conjunto, un espacio de alto valor arqueológico. Nada se ha dicho de otros desarrollos previstos allí por el POM, entre ellos el «Circo Romano» y el «Cristo de la Vega», con un total de 472 viviendas.


Por otra parte, la urbanizaciones contempladas por el POM en las Vegas del Tajo, a pesar de algunas modificaciones respecto al proyecto de 2004, amenazan con eliminar «paisajes culturales urbanos» únicos, que definen la singularidad de Toledo y que han llegado a nosotros bien conservados. Es de esperar que la sensibilidad del presidente hacia la cultura le lleve a intervenir de nuevo para defender los valores paisajísticos de la «Vega Baja» y la «Vega Alta», incluidos los meandros del Río y la Huerta del Rey.
Las huellas del pasado son significativas en esas zonas, su importancia ecológica está más que demostrada y su interés visual han sido reconocidos por todo el planeamiento urbano anterior al POM. Esos paisajes son expresamente citados en la literatura universal, inmortalizados por grandes maestros de la pintura y figuran entre las razones que justificaron la calificación de Toledo como «Ciudad Patrimonio de la Humanidad»en 1986.
La ratificación española de la «Convención del Paisaje Europeo» (BOE, 5 febrero de 2008) y las «Recomendaciones en defensa del paisaje de la Comisión Europea», también de 2008, aportan elementos nuevos de valoración del paisaje que habría que incorporar al POM, precisamente ahora que se halla en fase de alegaciones para subsanación de errores. Difícilmente una sociedad moderna como la nuestra, y unas autoridades culturales europeas y de la Unesco entenderían la desaparición de paisajes que forman un todo con el Centro Histórico y menos aún cuando esa desaparición sólo se justifica por intereses especulativos en función del crecimiento de la aglomeración madrileña y por necesidades de financiación municipal. No se pueden argumentar razones de urgencia social, pues el parque residencial desocupado de la ciudad es grande (más de 5.000 viviendas vacías), la proporción de edificios en estado de ruina es alta (alrededor de 150) y las posibilidades de nueva construcción fuera de zonas de impacto paisajístico son inmensas.
La crisis económica también añade argumentos en defensa de la conservación de los paisajes culturales toledanos y de la reforma del POM. La salida al mercado de las viviendas vacías a través del alquiler y la rehabilitación de edificios proporcionarían alojamiento a posibles demandantes, generarían empleo y ofrecerían alternativas razonables a los intereses del sector inmobiliario. Pero además, no se trata de inventar nada, sino de aplicar el modelo urbanístico de los países más avanzados de nuestro entorno, Francia, Alemania, Inglaterra o la misma Italia.
Como se hace en todos ellos, es preciso sustituir un modelo despilfarrador, que antepone la constante creación de suelo urbano a las exigencias de recuperación y mejora de los espacios construidos. Basta echar una ojeada a sus instrumentos de ordenación del territorio y a su legislación de protección del patrimonio. Causa sorpresa comprobar como casi el 90 % de los edificios de Toledo ha sido construido después de la mitad del siglo pasado y un alto porcentaje en la última década.
Tampoco se puede olvidar que el paisaje es, como señala la «Convención del Paisaje Europeo», una fuente de riqueza por sus atractivos sobre el turismo. Ya decía Avendaño, personaje de la «Ilustre Fregona» de Cervantes en 1613, «...pienso antes que desta ciudad me parta ver lo que dicen hay de famoso en ella, como es el Sagrario, el artificio de Juanelo, las Vistillas de San Agustín, la Huerta del Rey y la Vega».
En la actualidad, Toledo atrae a más de dos millones de visitantes al año que acuden a ver monumentos y contemplar un entorno único, los paisajes citados por Cervantes, Garcilaso, Tirso de Molina, etc., y pintados por El Greco, A. de Beruete, Joaquín Sorolla, Benjamín Palencia, entre otros. A través de esas referencias, los paisajes toledanos han adquirido valor cultural y dimensión universal, aparte del interés de sus vestigios arqueológicos y resonancias históricas.
En un momento de crisis económica y con una sociedad necesitada de generar empleo, sería irresponsabilidad política destruir valores patrimoniales que fundamentan el atractivo turístico de Toledo. Por eso, por su sensibilidad personal hacia la cultura, y porque la propia Orden de 26-03-2007, que aprobaba el POM, señalaba la necesidad de atender los informes de los organismos competentes en materia de patrimonio, estamos seguros que el presidente Barreda sabrá intervenir para modificar las actuaciones previstas en las «Vegas Baja y Alta».
Y más aún, cuando el POM tampoco incorpora el informe de la Unesco que es previo y obligatorio para cualquier «Ciudad Patrimonio de la Humanidad» que quiera modificar su ordenación territorial respecto a la existente cuando le fue otorgada esa calificación. Los cambios de coyuntura económica en 2008, el final del ciclo expansivo del sector inmobiliario, el incremento de la sensibilidad hacia el paisaje y la ratificación de la «Convención del Paisaje Europeo» por el Gobierno español refuerzan la necesidad de modificar un POM que constituye la mayor amenaza para la conservación del patrimonio cultural de Toledo. Y lo que es peor, sin llegar a ser un instrumento adecuado para responder a los desafíos de futuro de nuestra ciudad.

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