Las entrañas del primer Oviedo
20/7/08 .- http://www.elcomerciodigital.com
La fuente prerrománica se suma a los hallazgos de los últimos ocho años en el entorno de la Catedral, entre ellos, restos de la muralla de Alfonso II y del palacio de Alfonso III
El derribo de un muro con motivo de las obras de ampliación del Museo de Bellas Artes dejó al descubierto la estructura de una fuente prerrománica que recuerda a La Foncalada. El jueves, la Consejería de Cultura presentó el hallazgo que, si bien no cambiará la historia de la ciudad, aportará muchos datos para conocer su pasado, como coincidieron un día después los expertos. En general, prefirieron ser cautos a la hora de valorar un descubrimiento que ya ha comenzado a desatar tesis antes, incluso, de saber su datación.
No es la única sorpresa que el subsuelo del Oviedo Antiguo ha regalado en los últimos años. Muchos estudiosos, tras años de investigación, ya auguraron antes de coger la pala que bajo la superficie se escondían los secretos que dibujan cómo era Oviedo en la Edad Media. Joaquín Manzanares, el desaparecido cronista de Asturias y fundador del Tabularium, solía señalar el testero de San Tirso para explicar la profundidad del registro arqueológico ignoto en Oviedo. La hermosa ventana no corresponde al ábside sino a la «cámara secreta», la habitación sin acceso ubicada sobre ésta. Si vale la referencia de Santullano, por debajo del testero de San Tirso hay, al menos, un decena de metros de sedimentos de la historia de la ciudad.
Y como el solar que ocupará el ampliado Museo de Bellas Artes y San Tirso -aunque en este caso nadie tiene previsto mover los cimientos del monumento-, otras excavaciones arqueológicas, exigidas por ley antes de acometer cualquier obra en el casco viejo, dieron sus frutos. En los últimos ocho años han aflorado vestigios datados entre el siglo VIII y el XII: fragmentos de muralla atribuidos a la cerca que construyó Alfonso II, parte de las fábricas de la iglesia de San Juan Bautista y del palacio de Alfonso III y varios enterramientos. Entre ellos dos junto al punto donde nació Oviedo, en la calle de San Vicente, que quizá podrían corresponder a Máximo y Fromestano, sus fundadores en el año 761.
La obra de la nueva sede del Colegio de Abogados, en el antiguo solar del colegio de San Isidoro, a escasos metros de la Catedral y de donde en tiempos estuvo la iglesia panteón-real de Santa María del Rey Casto, tenía todas las papeletas para convertirse en un filón de restos importantes. Algunos historiadores ya habían apuntado que, por ese lugar, se levantó en su día el Palacio de Alfonso III, y acertaron con precisión casi milimétrica.
La campaña arqueológica realizada entre 2000 y 2001 sacó a la luz fábricas del edificio, construido en el siglo IX, y de la antigua iglesia de San Juan Bautista, algo más tardía, del siglo XII. En la primavera de 2005, la zanja abierta por Hidroeléctrica del Cantábrico para la acometida de la luz en la próxima calle de Sanz y Fores llevó a Cultura a realizar nuevas excavaciones. No pudo hacer un estudio profundo, ya que la zona estaba saturada de canalizaciones que lo impedían, pero sí llegó a la conclusión de que el templo continuaba por la citada calle, que une la sede de los abogados con la plaza de Alfonso II El Casto, donde se alza la Catedral.
Los restos de Sanz y Fores se taparon, pero los de Schultz se respetaron en un espacio expositivo en los bajos del Colegio de Abogados, que vio retrasado varios años la apertura de su sede por obra y gracia de la riqueza arqueológica de su subsuelo. Ahora, la consejería no quiere que se demore la construcción del Bellas Artes, y eso que el autor del proyecto, Patxi Mangado, tendrá que idear un nuevo diseño adaptado a la ya apodada por muchos como nueva o segunda Foncalada.
2005: el Arqueológico
El Museo Arqueológico se alza en en antiguo monasterio de San Vicente. Del lugar donde dicen nació Oviedo, sólo cabía esperar descubrimientos. Y los hubo. En julio de 2005, apareció en el claustro un bastión de la muralla erigida por Alfonso II El Casto en el siglo VIII, ya que hubo otra posterior mandada construir por Alfonso X en el siglo XIII. Los directores de las excavaciones, Otilia Requejo y Jorge Camino, explicaron entonces que fue la primera cerca que fortificó la ciudad, y que, según las hipótesis de Juan Uría Ríu, seguiría por Las Pelayas, donde hay otro bastión, y, después, por la calle Jovellanos.
El hallazgo definió más el contorno de la sede regia de Oviedo, el primer límite defensivo de la ciudad. Y tan sólo tres meses después, cuando los arqueólogos buscaban la continuación de la muralla altomedieval, se encontraron con otra sorpresa: dos enterramientos, en principio, del siglo VIII, y los restos humanos pertenecientes a una persona. Sin ajuar ni vestigios de telas, todo les hizo pensar que las tumbas pertenecieran a personas humildes, probablemente a frailes. Quién sabe si el presbítero Máximo y su tío el abad Fromestano, que se instalaron como monjes benedictinos en lo que hoy es el Arqueológico.
El derribo de un muro con motivo de las obras de ampliación del Museo de Bellas Artes dejó al descubierto la estructura de una fuente prerrománica que recuerda a La Foncalada. El jueves, la Consejería de Cultura presentó el hallazgo que, si bien no cambiará la historia de la ciudad, aportará muchos datos para conocer su pasado, como coincidieron un día después los expertos. En general, prefirieron ser cautos a la hora de valorar un descubrimiento que ya ha comenzado a desatar tesis antes, incluso, de saber su datación.
No es la única sorpresa que el subsuelo del Oviedo Antiguo ha regalado en los últimos años. Muchos estudiosos, tras años de investigación, ya auguraron antes de coger la pala que bajo la superficie se escondían los secretos que dibujan cómo era Oviedo en la Edad Media. Joaquín Manzanares, el desaparecido cronista de Asturias y fundador del Tabularium, solía señalar el testero de San Tirso para explicar la profundidad del registro arqueológico ignoto en Oviedo. La hermosa ventana no corresponde al ábside sino a la «cámara secreta», la habitación sin acceso ubicada sobre ésta. Si vale la referencia de Santullano, por debajo del testero de San Tirso hay, al menos, un decena de metros de sedimentos de la historia de la ciudad.
Y como el solar que ocupará el ampliado Museo de Bellas Artes y San Tirso -aunque en este caso nadie tiene previsto mover los cimientos del monumento-, otras excavaciones arqueológicas, exigidas por ley antes de acometer cualquier obra en el casco viejo, dieron sus frutos. En los últimos ocho años han aflorado vestigios datados entre el siglo VIII y el XII: fragmentos de muralla atribuidos a la cerca que construyó Alfonso II, parte de las fábricas de la iglesia de San Juan Bautista y del palacio de Alfonso III y varios enterramientos. Entre ellos dos junto al punto donde nació Oviedo, en la calle de San Vicente, que quizá podrían corresponder a Máximo y Fromestano, sus fundadores en el año 761.
La obra de la nueva sede del Colegio de Abogados, en el antiguo solar del colegio de San Isidoro, a escasos metros de la Catedral y de donde en tiempos estuvo la iglesia panteón-real de Santa María del Rey Casto, tenía todas las papeletas para convertirse en un filón de restos importantes. Algunos historiadores ya habían apuntado que, por ese lugar, se levantó en su día el Palacio de Alfonso III, y acertaron con precisión casi milimétrica.
La campaña arqueológica realizada entre 2000 y 2001 sacó a la luz fábricas del edificio, construido en el siglo IX, y de la antigua iglesia de San Juan Bautista, algo más tardía, del siglo XII. En la primavera de 2005, la zanja abierta por Hidroeléctrica del Cantábrico para la acometida de la luz en la próxima calle de Sanz y Fores llevó a Cultura a realizar nuevas excavaciones. No pudo hacer un estudio profundo, ya que la zona estaba saturada de canalizaciones que lo impedían, pero sí llegó a la conclusión de que el templo continuaba por la citada calle, que une la sede de los abogados con la plaza de Alfonso II El Casto, donde se alza la Catedral.
Los restos de Sanz y Fores se taparon, pero los de Schultz se respetaron en un espacio expositivo en los bajos del Colegio de Abogados, que vio retrasado varios años la apertura de su sede por obra y gracia de la riqueza arqueológica de su subsuelo. Ahora, la consejería no quiere que se demore la construcción del Bellas Artes, y eso que el autor del proyecto, Patxi Mangado, tendrá que idear un nuevo diseño adaptado a la ya apodada por muchos como nueva o segunda Foncalada.
2005: el Arqueológico
El Museo Arqueológico se alza en en antiguo monasterio de San Vicente. Del lugar donde dicen nació Oviedo, sólo cabía esperar descubrimientos. Y los hubo. En julio de 2005, apareció en el claustro un bastión de la muralla erigida por Alfonso II El Casto en el siglo VIII, ya que hubo otra posterior mandada construir por Alfonso X en el siglo XIII. Los directores de las excavaciones, Otilia Requejo y Jorge Camino, explicaron entonces que fue la primera cerca que fortificó la ciudad, y que, según las hipótesis de Juan Uría Ríu, seguiría por Las Pelayas, donde hay otro bastión, y, después, por la calle Jovellanos.
El hallazgo definió más el contorno de la sede regia de Oviedo, el primer límite defensivo de la ciudad. Y tan sólo tres meses después, cuando los arqueólogos buscaban la continuación de la muralla altomedieval, se encontraron con otra sorpresa: dos enterramientos, en principio, del siglo VIII, y los restos humanos pertenecientes a una persona. Sin ajuar ni vestigios de telas, todo les hizo pensar que las tumbas pertenecieran a personas humildes, probablemente a frailes. Quién sabe si el presbítero Máximo y su tío el abad Fromestano, que se instalaron como monjes benedictinos en lo que hoy es el Arqueológico.
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