Rescatar y promover la Zamora medieval

14/7/08 .- http://www.laopiniondezamora.es

La semana que mañana se inicia se abren por fin al público dos de los equipamientos culturales más esperados de la capital zamorana: las aceñas de Olivares y el Centro de Interpretación de las Ciudades Medievales. Tras años en el primer caso, y meses en el segundo, de demora, ambas instalaciones pasarán a engrosar el patrimonio municipal para convertirse en argumentos destacados del programa de promoción turística de Zamora. La apertura de las aceñas y del centro de interpretación medieval coincide en el tiempo con la firma del convenio del Plan del Románico, una iniciativa que tiene como objetivo la puesta en valor de los principales monumentos, en su mayoría sacros, de esta manifestación artística que perviven en la capital zamorana.
Acaba de firmarse esta semana un convenio a tres bandas que involucra al Ayuntamiento de Zamora, a la Junta de Castilla y León y al Obispado y que pretende la revalorización de los templos románicos de la ciudad. El plan del románico, que supondrá una inversión de 6,4 millones de euros, asegura el acondicionamiento, la conservación y la mejora de los accesos de veinte iglesias, algunas de ellas pendientes de una actuación integral, como San Leonardo, San Cipriano, San Antolín o Santiago del Burgo. Como apuntó el pasado lunes en Zamora la consejera de Cultura de la Junta, María José Salgueiro, es preciso poner el románico zamorano "en el mapa turístico nacional e internacional".
Para alcanzar ese objetivo, para que Zamora sea considerada fuera de nuestras fronteras "la ciudad del Románico" hace falta inversión, promoción y un mayor compromiso de los poderes públicos en la defensa y puesta en valor de unos inmuebles para los que en tantas ocasiones se ha pedido, aún sin éxito, el reconocimiento conjunto de Patrimonio de la Humanidad. El románico zamorano es un museo en la calle. La "museización urbana" que trae consigo la revalorización de los entornos de las iglesias románicas no puede suponer para la ciudad más que beneficios, pues el período comprendido entre finales del siglo XI y principios del XII constituye la época de mayor esplendor del arte zamorano, con una incesante y destacada actividad constructora. Veintitrés templos -incluida la Catedral- conservan su tipología románica, lo que no ocurre en ninguna otra capital de provincia española, pero es preciso potenciar su pervivencia como reclamo turístico y como escaparate de la Zamora medieval.
Tan importante como la recuperación de los templos románicos es la puesta en funcionamiento de las aceñas de Olivares, cerradas a cal y canto desde su rehabilitación, para asombro de los visitantes y estupor de los zamoranos. La obra acometida en su día para la recuperación de estas aceñas sobre el río Duero cabe calificarse de sobresaliente. Del fondo del río se rescataron piedras antiguas y con ellas se reconstruyeron los tajamares. Se rescataron también los sillares vencidos por el empuje de las aguas y se instalaron, como podrán comprobar los visitantes a partir de esta semana, cuando se abra al público la instalación, maquinarias e ingenios mecánicos similares a los que se utilizaron en la época de mayor esplendor de la industria del río.
El esmerado trabajo de restauración llevado a cabo por una empresa zamorana, Rearasa, sobre un proyecto de los arquitectos Francisco Somoza y Pedro Lucas cuya más destacada cualidad es la fidelidad al original en la reconstrucción, recibió grandes elogios y puso de manifiesto que invertir fondos públicos en recuperar el pasado es el camino más seguro para afrontar el futuro. Seguramente que a lo largo de su historia Zamora no haya gozado de una industria tan importante y floreciente, y de tanta trascendencia para el desarrollo posterior de la ciudad como la que nació y creció desde la Edad Media y hasta finales del siglo XIX en las riberas del Duero, sirviéndose de la fuerza del río para la molienda del grano y el tratamiento de lanas y pieles. Tanto las edificaciones que acogieron ruedas de molino, martillos pilones y batanes como el viejo azud se remontan al siglo IX.
La apertura, con enorme retraso, de las aceñas de Olivares consolida una de las construcciones más antiguas de Zamora, la recupera del olvido y la incluye, restaurada y con un claro objetivo museístico, en el catálogo de bienes culturales de una ciudad que busca obtener mayor provecho de la explotación turística de su rico patrimonio histórico-artístico. Zamora está obligada a mirar al futuro poniendo en valor los bienes más relevantes de su pasado, que se encuentran además entre sus principales atractivos.
El Ayuntamiento de la capital pretende promocionar la Zamora medieval y en ese cometido deben participar las restantes administraciones públicas. Aportando, por ejemplo, fondos para continuar las excavaciones en el entorno del Castillo, en busca de los orígenes más remotos de la ciudad. Si pretendemos "vender" al turismo los principales valores de la ciudad que se asentó en el Medievo estamos obligados a sacar a la luz todo lo que queda de lo que fue una de las principales ciudadelas defensivas en la línea del Duero, la parte del pasado que permanece en el subsuelo de nuestra historia, a la espera de ser rescatado.

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