Los restos del Acueducto almohade
16/6/08 .- diariodesevilla.es
El origen de los Caños de Carmona era romano y sobre los restos de su primitivo trazado, descubierto por los almohades, se construyó en 1172 el que llegó casi intacto hasta 1912, en su trazado, pero en lamentable estado
EL origen del acueducto era romano y sobre los restos de su primitivo trazado, descubierto por los almohades, se construyó en 1172 el que llegó casi intacto hasta 1912, en su trazado, pero en lamentable estado de conservación, y del que se mantienen tres lienzos: dos en el comienzo de la calle Luis Montoto, y el tercero al final de la avenida de Andalucía, en la zona de Ranilla. Este último tramo fue reformado en 1834. Los dos lienzos iniciales están muy cercanos al lugar que ocupó hasta 1912 la alcantarilla de las Madejas para salvar el arroyo Tagarete, donde luego se construyó (1929-1931) el paso elevado sobre el ferrocarril derribado en 1991, cuando la calle Luis Montoto fue reformada.
Los tres lienzos supervivientes del derribo de los Caños de Carmona presentan ruina provocada por el vandalismo y la climatología, hechos denunciados reiteradamente antes las autoridades por un lector de Diario de Sevilla y vecino de la calle Luis Montoto, Francisco César García.
Dentro del período histórico (1147-1868), hay dos épocas que marcaron el renacimiento sevillano, proyectando a la ciudad hacia el mundo occidental y elevando su influencia y fama hasta límites nunca igualados antes ni después. Estas dos épocas de máximo esplendor transcurrieron durante los siglos XIII y XVI-XVIII. En la primera fue el rey Alfonso X el Sabio (reinó en 1252-1284) el principal protagonista del orto sevillano, y en la segunda fue fundamental la decisión de los Reyes Católicos de conceder a Sevilla la Casa de Contratación (1503), base de su emporio hasta 1717, cuando la Casa fue trasladada a Cádiz por el rey Felipe V. Con la epopeya colombina coincidió la Edad Moderna, que para Sevilla abrió las puertas de los Siglos de Oro.
Durante los siglos XVI-XVIII se publicaron las más completas vistas caballeras de la ciudad, tomando el puerto de Indias y el puente de barcas como objetivos prioritarios y realizadas desde la altura del Aljarafe. Durante estos siglos, "Sevilla es posiblemente una de las ciudades más iconografiadas del mundo" (María Dolores Cabra). Uno de los grabados básicos está fechado en 1617 e incluyó por primera vez el conocido lema de "Quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla", de autor anónimo.
Bibliografía básica sobre el período almohade: El último siglo de la Sevilla islámica (1995), de José García-Tapial León y José María Cabeza Méndez; Sevilla almohade (1999), de varios autores; La arquitectura militar y palatina en la Sevilla musulmana (1991), de Magdalena Valor Piechotta; Sevilla musulmana hasta la caída del califato (1988), de Rafael Valencia Rodríguez; Los puentes sobre el Guadalquivir en Sevilla (1999), de varios autores; La Sevilla islámica (1984), de Jacinto Bosch Vilá; Sevilla a comienzos del siglo XII (1948), de E. Levi-Provenzal y Emilio García Gómez; Turris fortísima (1988), de varios autores; Sevilla extramuros (1998), de varios autores; y La Torre del Oro y el río de Sevilla (1984), de Teodoro Falcón Márquez y José Manuel Suárez Garmendia.
EL origen del acueducto era romano y sobre los restos de su primitivo trazado, descubierto por los almohades, se construyó en 1172 el que llegó casi intacto hasta 1912, en su trazado, pero en lamentable estado de conservación, y del que se mantienen tres lienzos: dos en el comienzo de la calle Luis Montoto, y el tercero al final de la avenida de Andalucía, en la zona de Ranilla. Este último tramo fue reformado en 1834. Los dos lienzos iniciales están muy cercanos al lugar que ocupó hasta 1912 la alcantarilla de las Madejas para salvar el arroyo Tagarete, donde luego se construyó (1929-1931) el paso elevado sobre el ferrocarril derribado en 1991, cuando la calle Luis Montoto fue reformada.
Los tres lienzos supervivientes del derribo de los Caños de Carmona presentan ruina provocada por el vandalismo y la climatología, hechos denunciados reiteradamente antes las autoridades por un lector de Diario de Sevilla y vecino de la calle Luis Montoto, Francisco César García.
Dentro del período histórico (1147-1868), hay dos épocas que marcaron el renacimiento sevillano, proyectando a la ciudad hacia el mundo occidental y elevando su influencia y fama hasta límites nunca igualados antes ni después. Estas dos épocas de máximo esplendor transcurrieron durante los siglos XIII y XVI-XVIII. En la primera fue el rey Alfonso X el Sabio (reinó en 1252-1284) el principal protagonista del orto sevillano, y en la segunda fue fundamental la decisión de los Reyes Católicos de conceder a Sevilla la Casa de Contratación (1503), base de su emporio hasta 1717, cuando la Casa fue trasladada a Cádiz por el rey Felipe V. Con la epopeya colombina coincidió la Edad Moderna, que para Sevilla abrió las puertas de los Siglos de Oro.
Durante los siglos XVI-XVIII se publicaron las más completas vistas caballeras de la ciudad, tomando el puerto de Indias y el puente de barcas como objetivos prioritarios y realizadas desde la altura del Aljarafe. Durante estos siglos, "Sevilla es posiblemente una de las ciudades más iconografiadas del mundo" (María Dolores Cabra). Uno de los grabados básicos está fechado en 1617 e incluyó por primera vez el conocido lema de "Quien no ha visto Sevilla no ha visto maravilla", de autor anónimo.
Bibliografía básica sobre el período almohade: El último siglo de la Sevilla islámica (1995), de José García-Tapial León y José María Cabeza Méndez; Sevilla almohade (1999), de varios autores; La arquitectura militar y palatina en la Sevilla musulmana (1991), de Magdalena Valor Piechotta; Sevilla musulmana hasta la caída del califato (1988), de Rafael Valencia Rodríguez; Los puentes sobre el Guadalquivir en Sevilla (1999), de varios autores; La Sevilla islámica (1984), de Jacinto Bosch Vilá; Sevilla a comienzos del siglo XII (1948), de E. Levi-Provenzal y Emilio García Gómez; Turris fortísima (1988), de varios autores; Sevilla extramuros (1998), de varios autores; y La Torre del Oro y el río de Sevilla (1984), de Teodoro Falcón Márquez y José Manuel Suárez Garmendia.
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