Una piedra en el camino

14/6/08 .- larioja.es

Amigos del Camino de Santiago promueven el estudio arqueológico de las ruinas de un hospital de peregrinos románico en el alto de San Antón y piden un tratamiento similar al de San Juan de Acre
Los tesoros no siempre están en lugares remotos; a veces basta con abrir los ojos. En el alto de San Antón, donde el Camino de Santiago corona la loma desde la que ya se divisa Nájera y a lo lejos el monte San Lorenzo sobre toda la demanda riojana, yacen las ruinas de un hospital de peregrinos románico poco conocido pero de indudable valor. Uno puede pasar por allí sin advertir nada, apenas vegetación y escombro, pero afortunadamente no es un enclave totalmente olvidado.

La Asociación de Amigos del Camino de Santiago se ha propuesto su recuperación: su estudio arqueológico y la consolidación de las ruinas. Para ello, con la colaboración de la arqueóloga Pilar Pascual y de Pedro García, ha planteado al Gobierno regional un proyecto de intervención muy similar al llevado a cabo en la primera mitad de los años noventa en las ruinas del hospital de peregrinos de San Juan de Acre, sólo unos kilómetros atrás, en Navarrete.

Ambos templos son posteriores al siglo XI, cuando el Camino de Santiago fue 'trasladado' a la orilla derecha del Ebro por Sancho III y «los reyes navarros y castellanos fomentaron las peregrinaciones facilitando el establecimiento de los monjes cluniacenses, fundando monasterios», según Pascual y García. Fue así como la ruta jacobea favoreció la extensión del románico procedente de Francia.

De San Juan a San Antón

En su caso, la iglesia-hospital de San Juan de Acre fue fundada por doña María Ramírez hacia el año 1180. Su nombre hace referencia a la ciudad de Acre (Israel), rebautizada por los templarios al conquistarla en la Tercera Cruzada por aquel entonces. El cometido de este templo, como el de tantos otros surgidos a la sazón al pie del Camino hacia Compostela, consistía en dar hospitalidad al viajero.

Tras el auge de las peregrinaciones a Compostela vendría el declive. Y el abandono. Mucho después, hacia 1865, San Juan de Acre acusaba ya un grave deterioro, como atestigua una lámina realizada entonces por el artista Valentín Carderera (conocida recientemente en una exposición vista en Santa María la Real de Nájera). Pero la destrucción total le llegaría «a finales del siglo XIX, cuando es desmontada piedra a piedra para construir el cementerio actual de Navarrete», dicen Pascual y García.

San Juan de Acre llegó a la época actual siendo un montón de escombros -como hoy lo es todavía San Antón- y un enigma. Se creía que era un edificio de tres naves, pero la propia Pilar Pascual pudo determinar al excavar las ruinas en 1990 que se trataba «de una sola nave de cabecera y dos tramos, con capillas a los lados del primero, de idénticas medidas a las del tramo posterior y de la misma profundidad que la cabecera, que no es rectangular como se suponía, sino semioctogonal. Estas medidas daba a la planta forma de cruz griega».

Campos de trabajo

Fue un interesante descubrimiento para el patrimonio riojano. Pero no fue sencillo. Las excavaciones arqueológicas fueron incluidas en una propuesta del Proyecto Petra-Rioja (con financiación europea) por mediación de Luis Vicente Elías y patrocinadas por la Consejería de Juventud. Se llevaron a cabo mediante campos de trabajo con estudiantes voluntarios de procedencia nacional e internacional durante los años 1990 y 1991.

Posteriormente, ya en 1995, se acometió la obra de consolidación de las ruinas para dejarlas en el estado en que pueden ser vistas hoy, llegando a Navarrete por el Camino de Santiago. Curiosamente, es un lugar más conocido por los peregrinos que por los propios riojanos -por los logroñeses, que lo tienen a un paso de La Grajera-, pero es un lugar hermoso y de innegable interés histórico, artístico y cultural.

Es, sin duda, un tesoro riojano. Ya lo hemos dicho: basta con abrir los ojos. Es lo mismo que necesita ahora San Antón: abrir los ojos, excavar y desenterrar su secreto y su legado. Es lo que se han propuesto hacer Amigos del Camino y Pilar Pascual. Ella misma pidió continuar en San Antón justo después de estudiar San Juan, pero «el proyecto quedó olvidado». Ahora hay una segunda oportunidad.

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