Una publicación desvela los orígenes andalusíes de la ciudad de Marbella (Málaga)

30/1/05 .- Surdigital.es/Cristina González

Noticias
El urbanismo laberíntico, el nombre de algunas calles y el colosal Castillo. El legado andalusí lejos de ser sólo patrimonio, pudo ser el germen de Marbella Un libro que se acaba de publicar abunda en la teoría de que la ciudad nació al calor de un fortín construido por Abderramán III en el siglo X.

Sólo hay que cerrar los ojos y retrotraerse a un pasado que comenzó a escribirse hace once siglos. El paseo comienza en el parque de La Alameda. Donde hoy conviven bancos, quioscos y árboles antaño había sólo una gran explanada -la 'al musalla'- con un minarete donde los árabes se reunían dos veces al año para celebrar un gran rezo o para una multitudinaria plegaria clamando porque lloviera. Era la Marbella nazarí. Una gran muralla protegía a los pobladores. Tres puertas daban paso al corazón de la ciudad hispano-musulmana: la primera, la puerta del Mar, ubicada en la actual plaza África, frente a La Alameda; la segunda, la puerta de Ronda, en lo que se conoce actualmente como Puente Ronda; y la última, la puerta de Málaga, en la zona de Puente Málaga. De puertas para adentro: el zoco, la mezquita (presumiblemente ubicada donde hoy se levanta la Iglesia de la Encarnación) y los baños, elementos imprescindibles en la cultura musulmana. El resto se dibujaba con un entramado de callejuelas laberínticas y de viviendas.

Resulta difícil percatarse de que el centro de Marbella estuvo antaño presidido por una gran muralla que circundaba unas ocho hectáreas. De aquella época se heredaron los nombres de algunas calles -como Aduar o Atarazanas-, algunas cerámicas que cayeron en manos del hombre por azar, la estructura urbanística del casco antiguo y el Castillo, fortaleza construida por el califa Abderramán III en el siglo X. Un legado árabe que acaba de rescatar Andrés García Baena, profesor de Humanidades y escritor, en su libro 'Marbella andalusí y otras fortificaciones anexas', de la editorial Arguvall.


Orígenes

Cordobés de nacimiento pero marbellero de adopción, García Baena se empapó del patrimonio andalusí en su ciudad natal gracias a monumentos tan importantes como la Mezquita o Medina Azahara. Ahora ha querido escarbar en la historia de Marbella y lo ha hecho con una obra didáctica en la que abunda en una afirmación: los orígenes de la ciudad se remontan a alrededor del año 970, en el siglo X. Una teoría que sustenta en la tipología constructiva de la alcazaba y el castillo, similar a su juicio a la de Medina Azahara o en la ausencia de menciones a Marbella con anterioridad al siglo X por parte de los historiadores árabes de la época.

«Hay autores que sitúan el nacimiento de Marbella en la época emiral, en los siglos VII y IX, y otros hablan de que pudo existir mucho tiempo atrás con otros nombre», señala el autor de 'Marbella andalusí'. Dos propuestas que no comparte. Explica que en su arduo trabajo de documentación, que le ha llevado más de dos años, ha podido constatar cómo se glosaba el paso de las tropas por la costa cuando iban a Fuengirola y Coín sin citar en ningún momento a la ciudad.

Según recoge en su libro, la alcazaba y el castillo marbellí datarían del año 970, cuando Abderramán III, ante la amenaza que suponía el califato que se acababa de constituir en el norte de África, crea una red de fortificaciones costeras como la de Tarifa (Cádiz), la de Almería o la de la propia Marbella. Relata: «Ubicó una potente flota con base en Almería para defender la llegada de oro, esclavos y cereales desde África», que estaba en peligro frente al califato del vecino continente. Entre los siglos XI y XII la ciudad comienza a amurallarse y en la época del reino nazarí de Granada alcanza los 2.500 habitantes. Hoy sólo queda el Castillo. Las murallas comenzaron a desaparecer en el siglo XVII, según los datos que maneja.

«Esta es la época más desconocida de Marbella y la más difícil de trabajar porque las fuentes (escritos de los historiadores de la época) son escasas y además porque se han hecho pocas prospecciones arqueológicas. La mayoría de estos datos tendrían que confirmarlos la arqueología», sostiene Andrés García Baena. Recuerda cómo el punto álgido de la arqueología coincidió con el 'boom' turístico en la zona. No hay duda. Muchas viviendas guardan ahora los secretos del pasado.

Mientras se van constatando sobre el terreno las teorías de los investigadores, pone el acento en las curiosas descripciones de algunos historiadores sobre las bondades de la gastronomía local con las que se ha topado. Es el caso de Ibn Al-Jatib, polígrafo granadino y visir, que ya en el siglo XIV se refiere a las uvas y a las sardinas de esta orilla del Mediterráneo. Su escrito reza literalmente: «Es un pueblo donde se invita a comer sardina y también se invita a otros y se acepta la invitación para comer en un restaurante pescado de calidad. Sus alrededores están plantados de viñas con unas uvas de tal calidad que no tienen parecido en otro lugar».


Conquista

No es el único. Dos siglos después el escritor Pedro de Medina califica las sardinas de Marbella como «las mejores de España». La ciudad parece que ya había dejado a un lado su cariz estratégico y defensivo y empezaba a despuntar con sus reclamos culinarios. El precedente turístico. En 1485 los Reyes Católicos tomaron la ciudad. El capítulo andalusí se cerraba con una conquista pacífica. Los habitantes cedieron el testigo sin derramamiento de sangre. Pero eso ya forma parte de otro capítulo de la historia.

Noticias relacionadas

Comenta la noticia desde Facebook

Comentarios

No hay comentarios.