La Universidad digitalizará el archivo medieval del monasterio de Las Huelgas

8/3/08 .- http://www.nortecastilla.es

Treinta monjas de clausura miman los legajos y manuscritos de la Edad Media

Huelgas fue el centro neurálgico de la Corona, fabuloso núcleo de poder, gobernado exclusivamente por audaces mujeres del medievo. Y lo fue por el empeño de una gran señora: Leonor de Plantagenet, reina y esposa de Alfonso VIII, madre de reyes y hermana de Ricardo Corazón de León y Juan Sin Tierra, que quiso fundar, con su consorte, este monasterio cisterciense en aquella llanura de huertas y prados burgaleses para que las mujeres pudieran disponer del mismo grado de mando y responsabilidad que los hombres, ya que no extra muros, al menos en la vida cenobítica.

Era Castilla y corría 1187. Con ello, su propia hija, Constanza, como segunda abadesa que fue, era dueña de un señorío material -54 villas, tierras, molinos y todo tipo de exenciones-, y jurídico -dirigía y vigilaba las leyes, podía nombrar alcaldes y abadesas de otros monasterios-, y disfrutaba de tal autonomía espiritual que sólo debía rendir cuentas al Papa; y aunque no podía confesar, ni decir misa, era ella quien daba las licencias para que los sacerdotes hicieran esos trabajos. Y así ocurrió con estas superioras del Cister hasta la segunda mitad del siglo XIX, en que un hombre, el Papa Pío IX, aniquiló esos privilegios de un plumazo.

Las única rebelión en el convento: la tozuda voluntad de la madre Ana, archivera del Real Monasterio de Santa María la Real de Huelgas, que a sus muchos años y contra todo pronóstico no duda en trepar por escarpadas escaleras para llegar a los intrincados rincones de su amado tesoro medieval. «Y si no subo, ¿cómo te crees que llego?», me increpa.

Sellos de plomo

Cae aguanieve sobre Burgos. Hace un frío que pela, pero el cierzo no consigue atravesar los muros del cenobio. Incluso se siente calor en el territorio de la madre Ana, una habitación forrada de estantes de madera y dividida en tres cuerpos donde la monja repasa las piezas. «Los que están infectados, los separo del resto y los meto en un sobre para evitar contagios. Les pongo tejuelos». Y saca de su aislamiento el documento herido por el hongo, tanto que el plomo que cuelga parece la única señal de dignidad que le queda. A su alrededor, 350 legajos, más de 150 libros y unos 1.000 pergaminos, con sellos de plomo o cera, los más antiguos. «El primer documento es de 1116 del Rey Alfonso I de Aragón», me dice. Junto a él, documentos con datos de la administración de las reales casas, cartas de confirmación heredadas por los reyes y litigios de hace mil años. Rentas, pagos, compra-ventas, pleitos y permutas. Una fuente inagotable de información. Pero mucho menos de lo que llegó a haber antes de 1808 cuando las hordas francesas arrasaron el archivo y expoliaron las tumbas reales. Son 30 religiosas españolas, de la Congregación Cisterciense de San Bernardo, con edades entre los 29 y los 96 años. La más joven, Marta, de Cercedilla, que causa admiración por su 1,83 metros de estatura. Dice la madre Ana que a su lado parece una pulga. Luego, volviendo la vista sobre «sus» legajos me confiesa «las carcajadas que me he echado yo sola leyendo lo que hacían antes las monjas en el convento». Se acerca a una estantería y extrae de su funda un libro: el Codex Las Huelgas, el manuscrito original de obras musicales de 'ars antiqua', una joya de más de siete siglos. «Cógelo -me dice-, no vas a tener otra oportunidad como ésta». La reverenda madre abadesa, Mercedes Amudio, se ríe. «Sabemos que tenemos uno de los archivos medievales más importantes del mundo. Lo hemos amado y cuidado y ahora la tecnología se encargará de preservarlo».

Así que habrá 'tecno' en clausura. Lo hará la Universidad de Burgos con la que Patrimonio Nacional -dueño y guardián de los destinos de Huelgas- y con la rúbrica imprescindible de la abadesa. Han convenido un plan que durará doce meses y por el que se catalogarán los fondos, se realizará un informe de restauración-con hidratación de pergaminos, planchado y tratamiento químico--, se microfilmarán y digitalizarán los documentos para tener copia de seguridad y que puedan ser consultados y, por último, se almacenarán y ordenarán.

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