De cómo cayó el Califato y llegaron los reinos de Taifas

25/2/08 .- http://www.ideal.es/opinión

Por Carlos Asenjo Sedano


Los españoles, o más exactamente los nacidos en el solar ibérico, siempre han dado señales de ser un producto humano 'sui generis', unas veces por su iracundia descontrolada, y otras veces por su desvergüenza de la peor especie, lo mismo en lo divino que en lo humano. Por eso, con la misma facilidad, se hicieron cristianos como se cambiaron a moros tal como hoy se han trocado en laicistas. En todo caso, lo que tradicionalmente han puesto de relieve es su desapego por lo que pueda llegar a ser de su patria tanto cómo de quienes puedan ser los encargados de gestionar su propio destino colectivo así como la administración de sus propios intereses, más allá de lo que afecte a la inmediatez de sus personas, de sus carteras o de sus locuras.

El caso es que siempre han sido de una terrible y desconcertante pasividad. Y eso explica con claridad el que tradicionalmente, hasta hoy, un escaso puñado de extranjeros o descerebrados, con un mínimo puñado de ideas, -fenicios, griegos, cartagineses, romanos, godos, musulmanes, francos, etc.- permanentemente se hayan hecho dueños del poder de este país, y del país, y lo hayan usufructuado por los siglos de los siglos, ante esa indiferencia, esa pasividad o esa cobardía, puede que también, del indígena. Salvo la época de los Austrias mayores, el solar ibérico ha servido permanentemente de escenario bélico de confrontación para el extranjero y sus experiencias, en cuyo negocio los indígenas sólo han participado poniendo los muertos o la locura, que es asunto que se les da de maravilla.



EL ejemplo más significativo de este fenómeno histórico, tan repetido, es el referente a la invasión y conquista de España por los árabes/musulmanes, una pandilla de descamisados frente a un pueblo de seis millones de almas, sitos en su propio país, en una orografía difícil y desconocida para el invasor, etc., que, sin embargo, en un santiamén, se dejaron dominar, vencer, avasallar y gobernar por aquellos extranjeros. Y por si fuera poco, hasta se pasaron alegremente a su religión, el islamismo, no dejando de vocear todas las mañanas a Allah y su profeta, y no satisfechos, colaboraron hasta la saciedad y la indignidad con el invasor, traicionaron a los suyos, se vistieron con almalafas y hasta cambiaron sus nombres y apellidos por genealogías árabes de relumbrón, abjurando de tradiciones, creencias y patriotismos, obviamente mientras un enorme reguero de sangre empapaba todo el solar ibérico, siempre sangre de los cautos y acomodaticios indígenas.

Y así no es de extrañar que Abderraman III se alzara con todo el poder en nuestra península que ya apellidaban al Ándalus. Con un puñado de hombres, aunque es verdad que decididos, valientes, ambiciosos y con afán de poderío frente al aborregamiento de la tierra ibérica. Y con una clara visión de lo que era mandar y gobernar, siempre al amparo de las horcas sitas en Córdoba, a orillas del Guadalquivir, aprovechadas lo mismo para propios que para extraños, para amigos como para enemigos, para colaboradores como para emboscados Sobre cuya base organizó su imperio no exento de cultura y realizaciones que es ahí, en esa huerta, donde suelen surgir y vivir con esplendor los plumillas de la vanidad y el halago.

Y tras Abderraman, luego, como sucede siempre, el advenedizo Almanzor, el hachib o chambelán de Hixen II, el tirano por excelencia, subido al poder por ese camino tan corto y propicio como es tanto la astucia como la cama de la mujer del califa, un califa ya harto de tanto poder como de tanta sumisión, y por ello ya ahíto del amor de los efebos en cuyos brazos suele enfangarse todo exceso de poder, ante el papanatismo de los indígenas admirados de tanto esplendor como de tanto puñal.

Y Almanzor, el Vencedor, no fiándose de amigos ni de enemigos, de legitimistas ni de indígenas, cada uno cargado de su razón y de su cuchillo, y por ello todos a la vez con ansias de venganzas y de traición, hombre sabio este Almanzor, tomó la decisión de hacer venir del Magreb -nuestro peligroso vecino-, miles y miles de beréberes y eslavos que le sirvieran de guardia y ejército que sostuvieran su poderío despótico por todos los rincones de al Ándalus. Gentes mercenarias que puso al frente de cada plaza, de cada fortaleza, de cada frontera, de cada ciudad, siempre dispuestos a matar, y desde ahí tener a raya lo mismo a los deudos de los Omeyas que a los árabes y a los degradados residuos cristianos de la mozarabía. Fue el imperio glorioso de los Amiríes con tanta batalla ganada como sangre vertida al socaire de kasidas memorables y hagiográficas.

PERO estas superestructuras de poder en tierra extraña y conquistada, a pesar de la desidia y pasividad de los indígenas, no obstante siempre dispuestos al desquite fácil, suelen venirse abajo con la misma genialidad y despotismo que su fundador, como ya sucediera a Alejandro Magno, porque la traición siempre espera su momento. Y cuando Almanzor perdió el tambor en Calatañazor y fue sepultado en los mismos infiernos, según el epitafio cristiano de sus pisoteados enemigos, todo el tinglado se vino por tierra. Y el poder, suelto de su férrea garra, se desintegró como los gajos de una naranja.

Fue el momento de tocar a rebato para repartirse la túnica del caudillo que era toda la tierra de al Ándalus. Pero quienes se repartieron la túnica no fueron ni los compañeros del tirano, ni los indígenas sometidos, ni siquiera los Omeyas y Amiríes y baladíes herederos de los primeros invasores y depredadores, sino que lo fueron aquellos beréberes y eslavos que Almanzor había situado en las plazas, fortalezas y ciudades principales de su imperio. Los fieles siempre dispuestos para la heredad Todos aquellos que, como mercenarios, el Victorioso había traído del Magreb y otros puntos del extranjero. El reparto de la túnica andalusí en beneficio de berberiscos y esclavos tras una larga revolución y guerra civil por cuestión de linderos en el reparto y beneficios en el lote.



FUE lo que se llama la fitna. Que así escaparon los indígenas apaleados de las garras del gavilán para caer en las garras más suaves de los aguiluchos, éstos más dados a las fantasías del poder, sus ganancias y egolatrías montados a caballo de orgías y sodomitas, que el ojo avizor de ese Gran Hermano que surgió en el Atlas, los Almorávides, no podían tolerar ni sufrir. Por lo que un día decidieron acabar con tanto despropósito devorando a los aguiluchos por su impiedad y desvergüenza. Como le sucedió a aquel reino zirí de Granada, cuyas peripecias nos cuenta en sus Memorias Abd Allah, el último de sus reyes.

Es decir, como dijo uno de aquellos faquíes, que traer muchos de nuestros peligrosos vecinos y apoyarse en ellos para ejercer el poder, fatalmente lleva a que, después, a la caída del tirano, sean esos vecinos los que, irreversiblemente, se repartan la túnica, aunque más tarde, ese otro Gran Hermano, más alto que ellos, venga a reclamar toda la herencia al son de fatuas y horcas

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Comentarios

1 XENOFOBIA NO!! No más llamadas a combatir al OTRO. Este artículo no debería estar en esta página en la que se suele defender la tolerancia y el conocimiento.
Comentario realizado por Plataforma por la tolerancia. 25/2/08 11:36h
2

patético


Este artículo, su contenido y los términos en que se expresa delatan la mediocridad y simpleza mental del que lo firma. No entiendo cómo en una página como ésta pueden colgar algo así.
Comentario realizado por habitual. 26/2/08 0:16h
3

INCREIBLE


Coincido con los comentarios anteriores. Parece mentira que todavía haya quien se exprese en esos términos.
Comentario realizado por Un habitual de la página. 26/2/08 5:37h
4

En fin...otro más


Poco que añadir...unicamente que me parece que debería modernizarse un pelín.parece mentira que este señor sea supuestamente historiador (es más bien un histeriador)...si Al Mansur perdió el tambor en Catalañazor, los reyes cristianos perdieron bastante más que eso (ademas de la batalla...)
Comentario realizado por Raúl. 26/2/08 9:42h
5

Críticas fundamentadas


Estoy totalmente en contra de lo que dice en este artícuñlo. Estaba deseando que apareciera en la página para decirlo, lo confieso. Pero desde luego me parece mal que alguien, en nombre de la tolerancia, diga que este artículo está de más en la página.
Carlos Asenjo Sedano es un historiador reputado, lo suficiente como para que sus artículos aparezcan con cierta frecuencia en el periódico. Puede no gustarnos a muchos, pero es una realidad. Al mismo tiempo, es un historiador que merece que se le refute con argumentos, no con descalificaciones. No hacemos nada cerrando los ojos a esto y declarando intenciones, por muy buenas que éstas sean.
LA página es un portal al público, la gente que lee tiene que entender la diferencia que hay entre las posiciones de Asenjo sedano y los que pensamos otra cosa, y como van a juzgarnos, debemos ofrecerles argumentos.
Carlos Asenjo parece ignorar la gran cantidad de factores económicos y sociales que rodean las circunstancias de la conquista islámica de la península ibérica, porque la atribuye a una banda de nómadas descamisados; hasta Ignacio Olagüe, otro historiador proscrito y con razón, se había dado cuenta de la contradicción que encerraba esta presentación del hecho histórico (aunque su interpretación es otro despropósito). Por otra parte, es completamente descabellado considerar que Abd-al-Rahman III o Al-Mansur eran partes de una élite extranjera, cuando los musulmanes llevaban 200 años en la península en la época en la que ellos vivían. Habían tenido tiempo de generar un impacto social enorme. lo suficiente como para generar las bases del paisaje que iba en sus líoneas generales a perdurar hasta finales del siglo XX (hablo sobre todo de la Vega de Granada, que es el territorio que más conozco). La historia de al-Andalus, en definitiva, es tan parte de la historia de España, o mejor, de la Historia, como todos sus demás periodos. No tiene sentido imaginar, como Asenjo que los indígenas "españoles" estaban al margen de ell
Comentario realizado por José Cristóbal Carvajal López. 26/2/08 9:57h
6

Hay alrgumentos que son tan xenófobos y racistas...


FUERA!! Mira, Sr. José, hay argumentos que son tan xenófobos e islamófobos que no merecen ni ser rebatidos, solo porque van más allá de lo razonable, parten de ideas pasionales como el odio al Otro, y no tiene solución y más a esas edades.
Comentario realizado por Manu. 26/2/08 12:32h
7 Entonces los intransigentes seremos nosotros, ...sr. Manu...
Comentario realizado por McS. 27/2/08 9:29h
8 Desgraciadamente, existe una razón, una lógica social que a veces se impone sobre los criterios más humanistas y universalistas. Desde ese punto de vista, el artículo de Carlos Asenjo puede resultarles "razonable" a muchos (lo repito, Carlos aenjo escribe a menudo en el periódico, luego sus puntos de vista son en gran medida compartidos por otros). Creo que la mejor contribución que se puede hacer es rebatir el argumento del autor buscando el aislamiento de los principios de los que parte, y desde ahí podremos discutir su validez.
El objetivo de este ejercicio no es convencer a Carlos Asenjo, sino hacer pensar a los demás. Dudo que pudiéramos convencerle, de todas formas. No olvidemos que esta página web pretende ser un foro de debate, no un órgano de propaganda de un ideario político. Estoy convencido de mis principios, y creo que son los mejores, luego no me importa ponerlos a prueba en una cadena lógica. ¿Y vosotros?
Tachadme de idealista, si queréis, pero creo que sería más útil que los "aperturistas" dejáramos de dedicarnos versos los unos a los otros y nos concentráramos en la crítica del artículo.
Comentario realizado por José Cristóbal Carvajal López. 27/2/08 11:09h