La necrópolis de Santa María es anterior al templo pontevedrés

6/2/08 .- http://www.elcorreogallego.es

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Nuevos hallazgos arqueológicos vinculan el camposanto a una antigua iglesia románica del siglo XII, anterior a la construcción plateresca ·· El subsuelo de la iglesia puede albergar enterramientos aún más antiguos

En el siglo XV, al compás de las ganancias y de la riqueza del arrabal marino de La Moureira, la Cofradía de Mareantes de Pontevedra supo crear una enorme riqueza pesquera en la ciudad. De este modo, aportó el presupuesto necesario para la construcción de la iglesia de Santa María la Mayor, levantada por los arquitectos Juan de Cuetos y Diego Gil. El templo es una rica y fina obra plateresca, finalizada a mediados del siglo XVI, y cuya fachada es elemento esencial de los horizontes pontevedreses.

Los últimos descubrimientos de los arqueólogos que trabajan en el exterior de la iglesia de Santa María han puesto de manifiesto que la necrópolis localizada y comenzada a excavar a comienzos de noviembre del pasado año es anterior a la construcción del templo. Es decir, como mínimo de mediados del siglo XV. Pero los arqueólogos sospechan que esta necrópolis puede ser todavía muy anterior, y ligada al primigenio templo románico del XII sobre el que se habría construido la actual iglesia. Así, muy probablemente, el subsuelo de la iglesia de Santa María puede albergar enterramientos mucho más antiguos que los localizados hasta el momento por el equipo de arqueólogos en el exterior del templo. Nada extraño por otra parte, ya que a través de las fuentes escritas se tiene constancia de que en el siglo XII Pontevedra era brillante y rica, después de haber visto florecer en su horizonte cenobios tan ilustres como los de Lérez y Poio. Y en el propio casco histórico de la capital, la iglesia de san Bartolomé data ya del siglo XIII.

Varios tipos de fosas

Aunque los cuerpos de los difuntos localizados en torno a Santa María fueron enterrados sobre fosas cavadas directamente en el suelo natural (variable entre la arcilla y los depósitos arenosos del Cuaternario), el equipo de arqueólogos que dirige Javier Chao ha podido determinar la presencia de tres tipos distintos de fosas, que podrían marcar, a su vez, una evolución cronológica. Las más antiguas podrían ser las que presentan forma oval y ligeramente antropomorfa, marcando ligeramente el contorno de la cabeza. El segundo tipo de fosas presenta una forma ovalada en planta y cóncava en el interior. Y un último tipo, y más reciente, presenta forma rectangular, y de paredes y fondo completamente plano. Además, cada fosa albergó, en un mismo momento, hasta tres cadáveres. Recientemente ha aparecido una fosa con tres esqueletos, dos de adultos y un tercero perteneciente a un niño de no más de tres años, lo que hace pensar que se tratase del padre, la madre y su hijo. Los tres podrían haber muerto a la vez a causa de una epidemia, o por mano airada. Porque es bien sabido que en 1719 una parte muy considerable de la Pontevedra medieval se perdió en el incendio causado a la ciudad por las tropas de la Cuádruple Alianza (Holanda, Francia, Austria e Inglaterra), que lucharon contra el monarca español, Felipe V, y contra sus pretensiones de alzarse con el trono de Francia tras la muerte del Rey Sol.

¿Enterramientos marineros?

Los marineros de Pontevedra, una vez erigida Santa María, con el dinero de sus arcas, celebraban en el templo diversas fiestas religiosas, significándose particularmente la del Corpus, de cuyo esplendor han llegado ecos hasta nuestros días. Antes de salir a la mar, los marineros y pescadores oraban ante el Cristo de la mar, instalado en el interior de la iglesia. En consecuencia, es fácil suponer que muchos de los cuerpos enterrados en la necrópolis bajo medieval, pertenecen a marineros y sus familiares. Así, un dato curioso, constatado por el equipo de arqueólogos que dirige Javier Chao, es la presencia, en numerosas fosas, de restos de conchas asociadas a los esqueletos. Esto ha llevado a los investigadores a barajar la hipótesis de que fuesen depositadas, de manera voluntaria por sus allegados, como emotivo recuerdo y símbolo de su profesión en el más allá.

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