Decenas de esqueletos salen a la luz en las excavaciones del cerro de San Bartolomé

Los cuerpos, en buen estado , se suman a los restos humanos hallados en verano
Ante la cantidad de cadáveres descubiertos, los huesos se han almacenado en Polloe

donostia. Los arqueólogos que trabajan en el yacimiento del cerro de San Bartolomé han desenterrado decenas de cadáveres inhumados que se suman a los ya encontrados en esta zona de Donostia el pasado mes de septiembre, cuando se reveló la existencia de "abundantes restos óseos humanos sin conexión anatómica", además de varios enterramientos "orientados al este" cuyos cuerpos, un total de 18, pertenecían a niños y adultos.

Tras aquel hallazgo, decenas de osamentas humanas pertenecientes a hombres y mujeres adultos, así como a bebés, salieron a la luz hace varias semanas en este yacimiento en el que la empresa Arkeolan, contratada por el Ayuntamiento, ha desenterrado también la planta de un convento del siglo XVIII bajo el que se conoce la existencia de otra ermita del medievo. Según testigos presenciales, la mayor parte de los esqueletos se encontraban en buen estado de conservación debido a la profundidad a la que se situaban los enterramientos y a que éstos se hallaban protegidos por la antigua villa de San Antonio, ubicada en este solar situado junto al cuartel de la Policía Nacional de Aldapeta.

etiquetas Los arqueólogos encontraron restos que podrían pertenecer a más de un centenar de esqueletos y, tras desenterrarlos, colocaron etiquetas en los cráneos para identificarlos. Trabajaron con premura ante el riesgo de que lloviera y el agua pudiera deteriorar los huesos e introdujeron los cadáveres en varios camiones. A pesar de que el proceder habitual en estos casos consiste en guardar los cuerpos en bolsas de plástico y remitirlos para su estudio a la autoridad competente, en este caso la Diputación Foral de Gipuzkoa, el gran volumen de restos humanos descubiertos hizo que fuera necesario trasladar los esqueletos a las instalaciones de la funeraria de Polloe.

Los responsables de la excavación prefirieron no informar por el momento sobre la datación de estos hallazgos. A pesar de ello, otras fuentes barajan dos posibles teorías para explicar el origen de las tumbas de San Bartolomé. Una de ellas apunta a posibles enterramientos de religiosas y personas cercanas al convento, ya que hasta el siglo XIX la mayor parte de los enterramientos tenían lugar en las iglesias o en sus alrededores, especialmente los de las religiosas.

Sin embargo, otra teoría apunta a que las excavaciones pueden aún deparar sorpresas porque, cuando la práctica de la inhumación junto a templos fue prohibida, y coincidiendo con la destrucción de la villa donostiarra en 1813, un cementerio de reducidas dimensiones se habilitó en las antiguas huertas del convento de las Agustinas que, al menos desde el siglo XIII, se ubicaba en el alto de San Bartolomé. Así, el campo santo de la ciudad estuvo ubicado en el cerro, donde se mantuvo hasta que en 1880 fue llevado a Polloe.

Este hallazgo se suma a otros encontrados en Donostia durante distintas obras, entre las que destaca el descubrimiento de tumbas durante la remodelación del convento de Santa Teresa, en la Parte Vieja, donde aparecieron ruinas del siglo XII del que, posiblemente, sea el cementerio más antiguo de la ciudad. Recientemente, asimismo, operarios que trabajan en el parking de Okendo han encontrado huesos en la zona de Santa Catalina, donde se emplazó también una ermita.