El museo arqueológico más aburrido del mundo

La insistencia del alcalde en llevar al convento de la Trinidad el Arqueológico choca con la sensatez.

Alfonso Vázquez

Hace algunos años que en Málaga los museos han dejado de ser almacenes de objetos antiguos.
Esta visión decimonónica de los museos ha dado paso a espacios abiertos, en constante cambio, que ofrecen al público visitas guiadas, talleres, exposiciones temporales, charlas, así como material didáctico y audiovisual.
Dado que los museos ya no son meros almacenes, la mejor solución para Málaga es contar con un gran edificio en pleno Centro Histórico, que albergue el Museo de Bellas Artes y el Museo Arqueológico. No se trata de ningún capricho para `meter con calzador´ dos museos en un único edificio. Seamos realistas: el patrimonio arqueológico de Málaga no es comparable, en calidad y cantidad, con el de otras ciudades vecinas, de ahí que tampoco necesite las salas del Museo Británico.
El alcalde de Málaga, como Paco Martínez Soria en `Don Erre que erre´, sigue apostando por el convento de la Trinidad para que se convierta en sede del museo arqueológico.
Este deseo está muy alejado de un criterio museístico razonable. En primer lugar, un museo de las características del arqueológico y en La Trinidad, sólo sería visitado por asociaciones y colegios, pero muy pocos turistas de los que permanecen uno o dos días en Málaga irían a visitarlo. El Museo de Artes Populares, en un extremo del Centro Histórico, da buena fe de este comportamiento.
En segundo lugar y dado que el patrimonio arqueológico de Málaga no es comparable con el de Córdoba, Granada o Sevilla, habría que llenar el convento de miles de piezas de segunda o tercera categoría (miles de trozos de vasijas de terra sigillata, por ejemplo), que convertirían la visita en una experiencia aburridísima.
Lo más sensato, politiqueos aparte, es la doble oferta del palacio de la Aduana.