Ramón Peralta destaca el origen guerrero y fronterizo del reino de Castilla

1/3/07 .- nortecastilla.es

El profesor de Derecho Constitucional repasa su historia en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla


Ramón Peralta Martínez (Madrid, 1965), profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid, impartió ayer una charla-coloquio en el Paraninfo de la Universidad de Valladolid, invitado por el Aula de Cultura de EL NORTE DE CASTILLA, en la que expuso las líneas maestras del papel desempeñado por Castilla en la historia nacional, y que aparecen recogidas en su libro 'Teoría de Castilla. Para una comprensión de España'.

Un ensayo fruto de «su formación jurídica y su vocación de historiador», como señaló en la presentación del conferenciante el profesor Ricardo Martín de la Guardia, director del Aula de Cultura, y en el que propio autor se considera deudor de Claudio Sánchez Albornoz y de Menéndez Pidal. Peralta hizo un recorrido histórico del devenir de Castilla desde sus orígenes en el siglo VIII hasta el final de la Reconquista en el siglo XV, en el que destacó que el «carácter fronterizo y guerrero», primero defensivo y luego expansionista, de un pueblo cuyo motor fue desde un primer momento «la expulsión de los invasores árabe-musulmanes» y «la restauración del reino visigodo de Toledo» -que abarcaba prácticamente todo el territorio peninsular y que Peralta define como «el protoestado de lo que hoy conocemos como España»-, que los castellanos consideraron fuente de legitimidad histórica y del que se tenían por herederos.

Una marca fronteriza

Peralta señaló que Castilla surgió como un condado en la marca fronteriza oriental del reino de Asturias, en una zona de difícil acceso que apenas comprendía los valles cántabros y del norte de Burgos, «donde se organizó una resistencia político-militar al nuevo orden árabe-musulmán», y que se llamó Castilla por el gran número de fortalezas y torres defensivas que se alzaban en esa marca.

Allí nació «una nueva sociedad de frontera formada por hombres jurídicamente libres del poder feudal», resultado de la fusión de los pueblos preexistentes entre el Cantábrico y el Duero -cántabros, várdulos, autrigones y godos, sobre todo-, que acabarían desapareciendo como tales para convertirse todos en nuevos castellanos.

Con el paso del tiempo, esa sociedad guerrera medieval, «siempre por hacer», que se consolida en los siglos XI y XII, y que vive del botín ganado a los musulmanes, inicia una expansión territorial que ya no se detendrá hasta llegar al Estrecho de Gibraltar.

A medida que se va ganando terreno se van repoblando, y así surgen nuevas Castillas: primero Castilla la Nueva, entre el Duero y el tajo, y luego Castilla la Novísima (Andalucía). Con ellos viaja una estructura social y jurídica basada, según Peralta, no en el Derecho romano escrito, sino en un derecho consuetudinario que nace de los usos y costumbres propios de la vida en la frontera, y que tendrá su expresión en los fueros y en una fuerte autonomía del poder municipal frente a la Corona, y que acabará teniendo su máxima expresión a partir del siglo XII en las Cortes de Castilla. El rey será un jefe político y militar pero como un primus inter pares entre los nobles, que deberá jurar respeto a los fueros locales y las Cortes.

Una lengua literaria

Peralta también destacó el carácter innovador que representó la aparición del castellano, que fue la peculiar forma de hablar el latín de aquellos pueblos y que con Alfonso X se convierte en la lengua oficial del reino. Una lengua que pronto será también una lengua literaria y que tendrá su máxima expresión en el género épico, «el que mejor reflejaba el ambiente guerrero de aquellos tiempos», y donde figuras como Fernán González o el Cid son arquetipo ideal de aquellos valores fronterizos.

El recorrido acaba con el fin de la Reconquista y el descubrimiento de América. Ese modelo se trasplanta al Nuevo Mundo, pero ese será tema para un próximo libro, como él mismo anunció.

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