El Deba, zona de torres medievales (Guipúzcoa)

8/1/07 .- elcorreodigital.com

Gran parte de las edificaciones defensivas de la Edad Media en Gipuzkoa se encuentran en esta cuenca, según el trabajo 'Castillos y Torres Fuertes del País Vasco'



El Departamento de Cultura del Gobierno vasco ha recopilado toda la información disponible sobre más de 250 fortificaciones y torres medievales construidas en el País Vasco, en un librito y un CD que hablan de la historia de los 'juantxos', las guerras de los bandos y los conflictos territoriales. 'Una arquitectura defensiva. Castillos y torres fuertes del País Vasco' es un trabajo firmado por el arqueólogo Armando Llanos, con datos basados en los textos de Micaela Portilla, J. M. Cembrellín y el archivo del Centro de Patrimonio Cultural Vasco, entidad que ha publicado el trabajo.

El manual se centra únicamente en aquellos edificios cuya estructura permite reconocerlos fácilmente como construcciones defensivas, descartando los que tan sólo posean algunos elementos en común con este tipo de edificios. Así, en lo que a territorio guipuzcoano se refiere, las imágenes del CD muestran 28 construcciones, la mayoría de ellas ubicadas en las comarcas del Alto y Bajo Deba.

Fue en el siglo XIV cuando se construyeron la mayoría de estas torres, y según Armando Llanos «las guipuzcoanas son bastante homogéneas en cuanto a concepto pero diferentes en cuanto a formas, dependiendo de su ubicación en un valle u otro». Tal y como recuerda el autor del librito, uno de los objetivos que dio lugar a esta arquitectura defensiva fue el control. «Normalmente, los juantxos querían tener un control territorial, pero también un control económico que se encontraba en las ferrerías y en los molinos. Por eso, la mayoría de estas construcciones se levantaban en vías naturales. Durante esta época de la Edad Media, la riqueza y el poder estaban en controlar los caminos y los accesos. Éste es el motivo de que, en algunos casos, encontramos una torre detrás de otra a lo largo de todo un río». Por ello, las fortificaciones guipuzcoanas se concentran sobre todo en la cuenca del río Deba, motivadas en la mayoría de los casos por las luchas de bandos entre Oñacinos y Ganbolinos. Desde Oñati hasta Mutriku, el libro destaca un total de 17 torres medievales en las dos comarcas del Deba.

Luchas banderizas

Precisamente Oñati fue un claro ejemplo de las luchas banderizas entre las familias más poderosas, con lo que se construyeron elementos de control como eran las casas-torre ubicadas, bien en laderas eminentes, como la de Zumelzegi, bien junto a vados, puentes o caminos, como la de Olakua.

La Torre Zumelzegi domina desde una colina la villa de Oñati. Perteneció a la familia de los Guevara, que primero fueron señores y luego Condes de Oñati. Además de servir de residencia a los condes, era también cárcel y almacén de armas. La Torre Olakua, por su parte, es un edificio que se encuentra en el barrio del mismo nombre, en dirección Legazpia, y cuenta con una pequeña y moderna plazoleta

En Oñati también merece una especial mención la torre de Lazarraga, perteneciente a una de las familias más poderosas de la villa durante la Edad Media, que eran del bando gamboíno. Se trata de una torre-palacio situada frente al Ayuntamiento de la villa, en la que destaca por su valor artístico, su puerta, de hierro claveteado, y con pequeñas argollas. Fue la residencia de Pedro Pérez de Lazarraga, Conde de Oñati, a partir de 1433.

Dos torres más se pueden visitar en Oñati. Una de ellas se encuentra integrada en el casco urbano, como es el caso de la Torre Zubiaur. La otra, la Torre de Garibai, está a las afueras del casco, junto al río, formando conjunto con dos de las casas de los Lazarraga y la ermita de San Pedro.

Poder y esplendor

En Aretxabaleta se encuentran tres importantes casas-torre. En el barrio rural de Aozaratza, se construyó la fortaleza de Otalora, que aún conserva las trazas de su antiguo poder y esplendor, tales como el escudo de armas o su mirador de corte renacentista. Se trata de un conjunto formado por una torre y un palacio adosado a ella, de gran volumen y planta cuadrangular. El historiador Garibay hizo un detallado estudio de este solar y en su 'Memorial histórico' habla de los señores de Otalora, en los siglos XV y XVI, entre los que figuran consejeros, notarios, apostólicos, arcedianos y capellanes reales.

La casa-torre de Galartza, por su parte, se encuentra en el barrio rural del mismo nombre. Se trata de un edificio macizo, construido en el siglo XIV de marcado carácter defensivo (con agujeros para cañones en las paredes incluidos), levantado sobre una gran roca, como si el linaje de los Galarza, uno de los principales del Valle de Léniz a finales de la Edad Media, hubiera querido subrayar su enraizamiento en el territorio que dominaba. Dispuesta junto a la iglesia del barrio, destacan los huecos y ventanas de sus fachadas, por no estar alineados en las mismas alturas ni poseer los mismos tamaños. La casa-torre de Galartza ha sido objeto de numerosas modificaciones a lo largo de los siglos, sufriendo, además, varios incendios. No hay que olvidar, también en Aretxabaleta, el palacio Arkarazo, del que aún se conserva en muy buen estado el escudo familiar.

Siguiendo la cuenca del Deba, la fortaleza de Goikobalu en Mondragón fue otra de las más importantes de la zona en la Edad Media. Situada en lo alto de la colina del actual parque de Santa Bárbara, ofrecía protección al casco antiguo de la villa. Actualmente, sólo quedan las bases de las cuatro torres que componían el castillo, que están a la vista de todo aquel que se adentre en el céntrico parque arrasatearra.

Convertida en caserío

En Bergara queda la torre medieval Lamariano que, como otras muchas, se convirtió en caserío, con familias dedicadas desde hace años a la agricultura y el ganado. Está situada, como es característica de este tipo de casas-torre, en una privilegiada loma, y era propiedad del linaje bergarés de Lamariano. Se trata de un edificio prácticamente cuadrangular, cuya estructura interior delata que la casa torre original era de planta más reducida. Posiblemente, en el siglo XVIII, fue ampliada por los lados noreste y noroeste, adquiriendo su fisonomía actual. También en el municipio de Bergara se puede contemplar el caserío Izagirre, en la barriada de Osintxu, que, aunque actualmente se encuentra muy transformado, conserva algunos elementos que responden al modelo de casa-torre medieval.

En Elgeta, por su parte, existe el caserío Jalotza, uno de los primeros edificios construidos en la villa, y que también tenía funciones defensivas

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