El agua de Al Andalus: la Axarquía recupera los viejos regadíos árabes (Málaga)

30/10/06 .- diariosur.es

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Un proyecto financiado por Europa quiere poner en valor el sistema de regadío tradicional en el entorno de Sierra Tejeda-Almijara


SU introducción, entre los siglos VIII al X, supuso una auténtica revolución agrícola que permitió cultivar en tierras de la Axarquía productos procedentes de Oriente hasta entonces desconocidos tanto aquí como en el resto del continente europeo, posibilitando la proliferación de una diversidad de árboles y verduras espectacular para la época.

La suavidad climática de la zona -la propia sierra actúa como un paredón natural que frena la entrada de vientos fríos- junto a la sistematización del riego a través de la técnica traída por el islam hizo que en estas tierras crecieran granados, moreras, limoneros, naranjos, cerezos, albaricoques, melocotones, almendros y hasta palmeras datileras, así como verduras y hortalizas hoy consideradas tan nuestras como la berenjena, pepino, calabaza, espinaca, zanahoria, coliflor o lechuga y que se dieran cultivos tales como el arroz, el cáñamo, el lino, el azafrán o el anís, entro otros.

Así, la introducción de la técnica del regadío, que copiaba los conocimientos aplicados en los cultivos húmedos del Indostán, supuso el aprovechamiento de las lluvias y de la acumulación de agua que permiten los sustratos de las montañas que integran este parque natural, cuyo nombre podría estar precisamente relacionado con la abundancia de agua que discurría por sus barrancos y manantiales. Así Almijara, proveniente del árabe al-maxar, aparece en el diccionario en alusión a una vasija, escurridero o vertiente.

A través de la construcción de azudes, aceñas, canales, norias, acequias, albercas y aljibes se hizo posible la captación, almacenamiento, canalización y posterior distribución de agua para el riego, introduciendo también la sistematización de la tierra para la infiltración a través de la creación de bancales -en los que hoy se siguen cultivando aguacates, chirimoyas, olivos, nísperos, nogales, cerezos y vides- impulsando la capacidad productiva de la zona y con ello también el incremento poblacional en unas montañas que hasta entonces no debieron registrar grandes niveles de población.

Energía gravitatoria

«Se trata de una técnica basada en la energía gravitatoria. No existen motores y es la altura de captación del agua la que define el sistema, cuya introducción en Europa por parte de los andaluces supuso, en el siglo X, la primera revolución agrícola. Fue entonces cuando entran aquí cultivos como el algodón, la seda, el lino, el cáñamo o la azúcar», asegura Antonio Pulido, director conservador del Parque Natural Sierra Tejeda-Almijara y Alhama de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, que lidera, junto al Centro de Desarrollo Rural de la Axarquía (Ceder-Axarquía) un proyecto para la puesta en valor de este sistema, que ha sido incluido en el programa europeo Mediterritage (Herencia Mediterránea), cuyo objetivo es la valorización económica del patrimonio natural y cultural de las montañas mediterráneas.

El proyecto liderado por la Axarquía ha sido dotado con un presupuesto de 100.000 euros, procedentes de fondos Feder. «Evidentemente, la dotación económica no posibilita la recuperación de todo el regadío tradicional, pero sí nos permite hacer un trabajo de difusión, concienciar a la población de la importancia de su mantenimiento, y buscar alternativas que lo relacionen con el turismo rural o con producciones ecológicas que pueden incorporar este sistema de riego. Se trata de identificarlo y verlo como algo que se puede mantener y visitar», explica David Camacho, gerente del Ceder-Axarquía.

«Este sistema tradicional de regadío está prácticamente en extinción. Se trata de recuperarlo como valor turístico y cultural e incluso se podría crear un centro de interpretación o un jardín botánico en torno al mismo», apunta Pulido. El director del Parque Natural asegura que la producción de seda fue muy importante aquí en tiempos de Al-Andalus gracias al cultivo del árbol fersád o morera: «Tuvo una notoria importancia económica para la comarca y rivalizó en el mercado europeo con con los más refinados tejidos de Ghaza o Damasco», escribe este ingeniero de montes.

Uno de los primeros trabajos que se tiene intención de acometer es precisamente la catalogación de los elementos propios de este regadío que aún pueden encontrarse en pueblos como Canillas de Aceituno, Canillas de Albaida, Sedella, Frigiliana, Cómpeta o Salares.

En Canillas de Aceituno, por ejemplo, hay aún un aljibe árabe en funcionamiento que posiblemente data del año 1000 y que en la actualidad pertenece a la comunidad de regantes. Todavía hoy los vecinos llenan sus garrafas con agua para lavar, en una estampa que, de no protegerse, podría desaparecer.

En Salares, otro ocaso, existe un bello puente cuya construcción se sitúa en el siglo X, que se integra perfectamente en un paisaje dominado por la sierra: «Es el mejor ejemplo de integración del medio natural y el humano», asegura el director del parque. Según Antonio Pulido, es precisamente Salares el municipio que conserva en un estado más original este sistema de regadío, cuya estructura se puede apreciar con facilidad: «Incrustado en los fondos del barranco se generaron las sucesivas bancadas, que escalonan el terreno en progresión descendente para aprovechar el agua en su descenso gravitatorio. Las acequias (as-suquiya) fueron caminos para el agua y también para el hombre».

El sendero de la acequia

La Delegación de Medio Ambiente ha recuperado aquí una ruta de senderismo que sigue la línea marcada por la acequia de la margen izquierda hasta llegar a la alberca matriz. «Dicha alberca actúa como elemento regulador de caudal, de modo que se captan en ella las aguas de corriente para garantizar la presión necesaria que permita el riego por inundación aguas abajo», explica Pulido.

Además del puente, uno de los que mejor se conserva en la alta Axarquía, existe en esta senda una colección importante de especies arbóreas del regadío: «Parece un auténtico jardín natural», añade el director del parque, que asegura que el de Salares en uno de los mejores ejemplos del regadío andalusí: «Se conserva en esencia tal y como fue diseñado y puede recuperar su capacidad productiva en cualquier instante».

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