La Arqueología española y la crisis económica

13/5/13 .- http://queaprendemoshoy.com

Como consecuencia directa de esta crisis económica, que trastoca con fuerza todos nuestros valores sociales, estamos viendo, una y otra vez, ataques frontales contra lo que nos distingue como seres humanos: la cultura. En el campo del Patrimonio y la Arqueología el panorama también se ha tornado oscuro, como en otros tantos sectores.

El problema principal procede de la reducción de subvenciones a los proyectos científicos. Los primeros en caer fueron los grupos dedicados a estudios arqueológicos a nivel universitario e instituciones como museos y fundaciones. Aquéllos que pudieron continuar con su actividad han conseguido financiarse por otros medios: excedentes de dinero de matriculaciones, donaciones y, lo que está más de moda últimamente, campañas de crowdfunding (micromecenazgo o financiación masiva).

Las últimas víctimas del corte en el flujo de dinero público son los grandes yacimientos con puesta en valor, cuyo ejemplo más cercano lo podemos encontrar en la Red de Parques Arqueológicos de Castilla La Mancha. Segóbriga, Alarcos o Carranque son lugares visitables que deben recurrir a un tipo de financiación privada o mixta. La justificación por parte del gobierno autonómico se centra en que de por sí, son proyectos deficitarios. Sin embargo varios estudios han demostrado que la existencia de este tipo de yacimientos o museos, es decir, la inversión en conservación y difusión del Patrimonio, dinamizan económicamente las comarcas en donde se sitúan. Una muestra ilustrativa de lo expuesto es el impacto dinerario generado por el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (MARQ): más de 24 millones de euros anuales repartidos entre una media de 200.000 visitantes, gastos indirectos (hostelería, transporte, alojamiento) y el alcance de los yacimientos gestionados por la institución.

Cuando pasamos a valorar el sector privado, nuestro panorama es más desolador si cabe. Las empresas dedicadas a la denominada arqueología de gestión o preventiva han vivido apegadas al desarrollo del ladrillo. La construcción prácticamente ha quedado paralizada, con lo que muchos autónomos y sociedades de este mundillo han cerrado o se han visto obligados a una reinvención alejada del hormigón y las obras (como en proyectos editoriales, de difusión o virtualización del patrimonio).

Y aún se pone peor. Llegan las políticas neoliberales para allanar de nuevo el camino a las empresas constructoras, creyendo que al eliminar toda legislación anterior la economía entrará en recuperación. Este es el caso de la nueva Ley de Patrimonio Histórico proyectada para la Comunidad de Madrid, que liquida en la práctica el seguimiento y control arqueológico sobre las obras. Dicha ley está pensada para favorecer los intereses especulativos. Parece hecha al gusto de cierto lobby empresarial relacionado con el juego y los hoteles. De ser así, la arqueología de gestión quedará desintegrada y todo el patrimonio aún por descubrir bajo nuestros suelos nunca será disfrutado por la ciudadanía. Además, para no variar, las pequeñas empresas y autónomos que eran garantes de estas labores, siempre preocupadas por dar un rigor científico a sus proyectos y estudios, perderán su papel en beneficio de los grandes grupos constructores. En este caso y más que nunca, hecha la ley, hecha la trampa.

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