Excavaciones en la plaza de la Armería. Sale a la luz el Madrid islámico y cristiano

1/4/12 .- http://antiguaymedieval.blogspot.com.es/

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Cuando los miembros de La Gatera de la Villa me pidieron que escribiera un artículo sobre las excavaciones de la plaza de la Armería me dijeron que yo fuera «todo lo crítica que hiciera falta» con la arqueóloga Esther Andréu, directora de la campaña arqueológica llevada a cabo con motivo de la construcción del futuro Museo de las Colecciones Reales. Acepté con la idea de rebatir sus declaraciones hace ahora un año, en el diario El País el cual titulaba "La historia de Madrid da un vuelco". Inmediatamente escribí un artículo haciendo una síntesis sobre el origen musulmán de Madrid. Es decir, lo que se ha venido contando hasta hoy: todas las fuentes musulmanas, salvo una, afirman que Mayrit fue fundada por Muhammad I entre los años 852 y 886 como parte de una red de castillos y atalayas para vigilar los movimientos de las tropas cristianas del Norte y proteger, asimismo, los caminos que desde Córdoba llegaban a Zaragoza aprovechando las antiguas calzadas romanas. La excepción la constituye Ibn Hayyan de Córdoba quien, en su III libro Al-Muqtabi, afirma que el castillo fue mandado construir por Mundhir ibn Huray ibn Habil descendiente de hispanogodos convertido al Islam- como refuerzo para sofocar las continuas revueltas de Toledo frente al Emir de Córdoba.
Pero lo cierto es que «las primeras referencias árabes a la fundación de la ciudad están hechas siempre por geógrafos o cronistas muy posteriores, que, aunque citan fechas más remotas, hablan ya desde el recuerdo» [1]. Al Himyari (1494-95) se limitó a recoger a recoger lo escrito en las compilaciones de al-Bakri (m. 1094) y de al-Idrisi (m. 1166), considerados como autores que recogieron sus informaciones de primera mano e incluso, muchas veces, sobre el terreno». [2]Es decir, no eran coetáneos y, hasta la fecha, no hay ningún documento del siglo IX que hable de la fundación de Madrid.

La muralla islámica de la plaza de la Armería

Algo importante a tener en cuenta es que una muralla no se construye de la noche a la mañana, ni de un mes para otro. Su construcción puede llevar hasta 72 años, como es el caso de Ávila, pues influye la disponibilidad de los materiales –cuán lejos se hallan y el tiempo necesario para su transporte-, así como de cuánta mano de obra se dispone y de los recursos económicos para tan magna obra. El Mayrit islámico, evidentemente, era muy reducido comparado con dicha ciudad castellana. Ocupaba una extensión de menos de 4 hectáreas, más pequeño de lo que se pensaba inicialmente, en un espacio comprendido entre el lado occidental de la plaza de la Armería y los Altos de Rebeque (final de la calle del Factor) de oeste a este, y entre la verja de la plaza de la Armería (aproximadamente) y la muralla árabe de la cuesta de la Vega, de norte a sur.
Este campamento militar contaría con una mezquita, tal como se refieren los textos islámicos y que, tradicionalmente, se ha situado en la confluencia de las calles Mayor y Bailén. Con la toma de Madrid por Alfonso VI fue consagrada con el nombre de Santa María.
Podría haber existido otra mezquita, tal como apunta Esther Andréu: «es probable, aunque nos tememos que indemostrable, que la antigua iglesia de San Miguel de la Sagra, estuviera edificada sobre una primitiva mezquita vinculada al alcázar. San Miguel se hallaba ubicada frente a la puerta principal del alcázar ["casualmente" dentro del recinto amurallado] ... No obstante es de suponer que la mezquita principal seguiría estando bajo la iglesia de Santa María».
En 1998 se planteó la construcción de un gran edificio museístico que albergara las colecciones reales que no podían ser expuestas al público por falta de un espacio destinado a ello, entre ellos la mayor colección de tapices de España y Europa, así como el museo de los Carruajes. Se escogió para ello la zona situada entre la verja de la plaza de la Armería, la Catedral de la Almudena y el Campo del Moro.
Un año más tarde comenzaron las excavaciones en dos zonas diferenciadas: la plaza de la Armería y el ala oeste de la Catedral de la Almudena. Aparecieron dos tramos de muralla islámica de unos sesenta metros de longitud y cuatro torres de planta cuadrangular en la primera zona, y otras tres en la segunda, una de ellas entera.

La trama urbana del Mayrit musulmán

Gracias a las excavaciones en la plaza de la Armería hoy sabemos que el primitivo suelo de la almudayna o ciudadela, tenía un acusado desnivel hacia el Campo del Moro. Precisamente las ciudades islámicas aprovechaban estos desniveles para construir las calles en cuesta, favoreciendo que las lluvias arrastraran los detritus y desperdicios. En el caso de Madrid ha aparecido un trazado viario en forma anular y concéntrico.
Las casas halladas, seis en total, no estaban adosadas a la muralla sino que entre ésta y aquélla existía un paseo de ronda. Se trataba de una calle paralela a la cara interna de la muralla cuya anchura oscilaba entre 0,70 y 1,10 metros, «el suelo era de tierra y para ir salvando los desniveles, sobre todo en las zonas de curva, se realizaron escalones que permitían suavizar las pendientes pronunciadas».
Las viviendas tenían entre 80 y 90 metros cuadrados. El acceso, tal como ocurría en la arquitectura islámica, se hacía a través de una estancia utilizada como establo o a través de un zaguán. Ambos casos precedían al patio central con su correspondiente pozo. En torno al patio había dos grandes estancias enfrentadas. La conservación de las casas es dispar. En algunas la altura de las paredes llegaban a 2 metros, pero en otras no superaban el medio metro. A simple vista son pocas casas pero hay que tener en cuenta que gran parte del solar está ocupado por los restos de las antiguas Caballerizas Reales construidas por orden de Felipe II. No han aparecido vestigios de escaleras que hagan pensar que las casas tuvieran más de una altura dado que la zona fue rellenada a partir del siglo XVI para nivelar la fuerte pendiente hasta la muralla lo que permitió que se conservase, perfectamente sellada hasta hoy, una parte del Mayrit musulmán, la más occidental. Dos siglos más tarde se construyeron las Caballerizas Reales y la manzana de la Casa de los Pajes.

Controversia sobre el origen de Mayrit

Después de este resumen sobre el origen de Mayrit y una breve explicación de los restos encontrados en las excavaciones pasé a leer, de nuevo, el artículo de El País: «La Historia de Madrid da un vuelco. Las excavaciones junto al Palacio Real revelan que la ciudad se formó en época cristiana y no en la musulmana».
Bajo este titular, el 20 de febrero de 2011, el diario se hacía eco de la las conclusiones finales de la directora de las excavaciones, sobre el origen de Madrid. Para la arqueóloga, el origen musulmán de Madrid en el siglo IX es indiscutible pero con la matización de que tan solo fue un “enclave militar”, no una ciudad, ésta se formó en el siglo XIII, ya en época cristiana.
La perplejidad entre los amantes y estudiosos del Madrid medieval y, más concretamente, del Madrid musulmán, no tuvo parangón. Andréu había borrado de un plumazo cuatro siglos de historia tal como se había mantenido hasta hoy afirmando que «la población nació en el siglo XIII, tras la conquista de Alfonso VI (1085), y no en el IX»[3].
Es evidente que con estas declaraciones, y para yo poder ser «todo lo crítica que hiciera falta», lo aconsejable era ir directamente a la fuente así que me puse en contacto con Esther Andréu. Quedamos una mañana en un céntrico café madrileño y le dije «Cuéntame cómo es posible que nos hayas quitado cuatrocientos años de historia». Y, a lo largo de tres horas de conversación, con planos, fotos, rotulador y grabadora incluidos, me estuvo desgranando todos sus descubrimientos:
«El aparejo de las paredes de las seis casas encontradas es cristiano, del siglo XIII-XIV. Yo pensaba que eran casas reutilizadas esperando que al llegar a los cimientos me encontraría el aparejo islámico, sin embargo, lo que apareció en los cimientos es un aparejo típico del siglo XIII, lo que sería después el aparejo toledano con tongadas de ladrillo y piedra: filas de ladrillos y filas de piedras intercaladas.
Debajo de estas casas no he encontrado nada. Lo único que sí me encuentro islámico, con material de los siglos X, XI, XII, son silos basureros (silos) muchos basureros –con restos de cerámica-, un alfar excavado en el suelo y revestido de piedra y ladrillo revocado, y varios pozos de agua que, en algunas ocasiones conservaban el brocal de piedras y los pates (peldaños) excavados en la tierra para poder bajar y subir. Y los alfares, lo mismo que las tenerías, no se situaban dentro de la ciudad, siempre se ponían fuera ¿no? Estos restos bajo las casas es indudable que no guardaban relación alguna con la trama urbana posterior».
-Si las casas son del siglo XIII y no hay restos de estructuras anteriores ¿dónde vivían los militares del destacamento? pregunté:
-«Podría ser en casas sin cimientos, de construcción muy endeble, de tapial o adobe, y que no dejan restos, o incluso, por qué no, en jaimas. Pero en casas tal como las entendemos no hemos encontrado restos».
«Si toda la zona eran basureros y un horno, es lógico que no se construyeran casas, en caso de haber viviendas, estarían más arriba, más hacia la calle de Bailén, quizá en los Altos de Rebeque, porque en la zona central de la plaza no se halló nada, era tierra donde no se ha edificado nunca».
-«Si hasta el siglo XIII no se ha construido nada [en el lado más cercano al Campo del Moro] –insisto-, la población interior tuvo que ser entonces muy pequeña. ¿Dónde vivirían entonces el conjunto de personas civiles que contribuían al mantenimiento del enclave militar como los hortelanos que cultivaban las tierras, los herreros encargados de forjar armaduras, espadas y herraduras, guarnicioneros para las pieles, tahoneros, pastores, etc.?»
-«Los hortelanos y agricultores vivirían en la vega y en la sagra, en las excavaciones de la plaza de Oriente se encontraron numerosos hornos y alfares, además era una zona agrícola [la sagra] y de tenerías, y vivirían en casas diseminadas y, en caso de peligro, se refugiarían dentro de del recinto amurallado que abarcaría un territorio de menos de 4 hectáreas».
En las fuentes árabes se menciona la población de Mayrit como hisn en los primeros momentos y como medina en los posteriores. Se desconoce la fecha de cuándo pasó de una condición a otra. La población agrícola que viviera en el interior del recinto amurallado debía ser muy escasa. Sin embargo, al haberse encontrado extramuros numerosos restos de cerámica islámica de los siglos IX-X en las inmediaciones de la futura muralla cristiana, en la Cava Baja (siglo XII) y en las vistillas, así como el viaje de agua en la plaza de los Carros (siglo X), esto confirma que los primeros pobladores musulmanes civiles vivían diseminados fuera del campamento militar y que, en caso de peligro, se refugiarían dentro de la muralla islámica.

El castillo de los judíos

El tiempo va pasando y es una delicia escuchar a Esther cómo va relatando apasionadamente sus descubrimientos. «Todas estas casas del siglo XIII aparecidas tienen un muro que sobresale junto a la puerta de acceso a las viviendas y que no llegaban a tocar la muralla y en la parte superior el mismo muro sobresaliendo pero prolongado y apoyando sobre la muralla».
«En un principio no sabíamos qué significado podrían tener estos muros sobresalientes. Además, cada uno de ellos se hallaba junto a una puerta de acceso a las viviendas. Posteriormente vi un grabado en Toledo de lo que ellos llaman allí "cobertizos" y caí en la cuenta: en la planta superior, el muro que sobresalía se prolongaba hasta apoyar en la muralla formando una estancia, los famosos "cobertizos", los de Toledo son idénticos y de la misma época que lo que hemos encontrado aquí».
«Las puertas se abrían hacia el muro que sobresale y siempre permanecían abiertas. Lo que las fuentes llaman “castillo de los judíos” probablemente no sea tal castillo, sino que se refieran a recintos dentro de la zona amurallada que se pueden cerrar y aislar, tipo gueto, y que siempre se situaban lo más cerca del alcázar. Cada vecino de la casa tenía la obligación de mantener la puerta abierta y, en caso de revuelta contra la población mudéjar o judía, recibían la orden de cerrarlas, de esta manera quedaban aislados del resto de la población, es como una cámara estanca donde permanecían estas minorías a salvo».
-Pero el alfiz con la inscripción de "el poder de Alá" no era musulmán?»- pregunto.
«Sí, musulmán pero del siglo XIII. Cuando el Mayrit musulmán pasó a manos cristianas, a los mudéjares que se quedaron los “encerraron” en lo que se llamaron morerías y probablemente, lo que se ha hallado en la plaza de la Armería, fuera una primera aljama donde estuvieran los mudéjares conviviendo con los judíos. Esto explica que apareciera un alfiz, posiblemente de una puerta, con la inscripción árabe “el poder pertenece a Alá” escrito en árabe de finales del siglo XII o principios del XIII y que, además, se encontraran fragmentos de vajilla relacionadas con la celebración del shabat judío del XIII o XIV». Como se sabe, posteriormente la morería se trasladó a las Vistillas y los judíos, aunque hay constancia de su diseminación por otras zonas de la ciudad, algunos permanecieron en este lugar, el más cercano al Alcázar pues eran propiedad del rey.

La muralla árabe

Según Esther Andréu, lo que realmente puede fechar la muralla es la fosa de fundación y en la muralla árabe de la cuesta de la Vega, Luis Caballero Zoreda y Manuel Retuerce, directores de la excavación, no pudieron datarla porque la cara exterior se apoya directamente sobre el terreno y la interior, no se llegó a excavar. Por tanto dieron como válido el el siglo IX mantenido tradicionalmente[4]. En el caso de la aparecida en la plaza de la Armería, en la parte exterior se cortó el terreno horizontalmente y se levantó la muralla sin cimientos y en la interior, en algunos tramos, en la fosa apareció todo revuelto por la construcción posteriormente de las Caballerizas en época de Felipe II por lo que tampoco se pudo datar la fecha. Y se da el caso de que en el paseo de ronda ni siquiera hay fosa de cimentación, pues el terreno natural está más alto. Finalmente, la cara externa se reparó en sucesivas ocasiones añadiéndosele ladrillo, piedra caliza y sílex. Así que igualmente se dio por válida la fecha del siglo IX por los documentos árabes pero sin poder afirmarlo ni desmentirlo.
La arqueóloga señala que «la fábrica de sendos lienzos está formada por dos caras de mampostería compuestos por bloques de mediano y gran tamaño, de piedra caliza y de sílex, con relleno de cal y canto, aunque el aparejo no parece que sea regular en todos los paramentos. Únicamente la denominada torre 1 situada en la zona II de la excavación, está construida con grandes bloques de granito»[5].
«La cara interior de la cerca aparece forrada de ladrillo, encontrándose además restos de enlucido en alguna de sus partes, y sin embargo en dos de sus tramos la estructura defensiva simplemente se hallaba revocada por una capa de argamasa y cal»[6]. La muralla tiene una anchura de entre 3,10 y 3,30 metros y se calcula una altura de 14 metros aproximadamente a partir de la aparecida que mide 8 metros. Giraba de oeste a noreste, aunque el resto del itinerario del tramo norte aún se desconozca. Se encontró asimismo, sorteando el foso o cava situado al sur del Alcázar, un trozo de muralla en dirección norte que podría ser parte de la que uniría la almudayna con el Alcázar.
También se encontró un portillo con un arroyo encauzado que pasaba debajo de él. Wyngaerde lo pintó con forma de media herradura pero no se sabe si era así realmente o tenía un dintel porque lo único que aparecieron fueron las jambas ya que, muy posteriormente, encima se construyó una alcantarilla. Por precaución, el portillo no se pudo excavar debajo porque se produjo una grieta en el brazo occidental de Catedral de la Almudena.
En la parte exterior del portillo apareció un muladar con «restos humanos tirados en revoltillo con basura». Cada cierto tiempo echaban cal que sellaba cada capa y en el cual había restos islámicos. Además se encontró una rampa que se construyó para las carretas que traían madera para la carpintería -que estaba en la Casa de los Pajes-, para evitar el trasiego por la puerta de la Vega. Esta rampa se hallaba encima del portillo porque toda la zona se colmató para nivelarla en el siglo XVI, por eso el portillo apareció enterrado. Y para hacer esa rampa se tuvo que construir un muro enorme de contención del terreno el cual se rellenó.

Cuerpo de guardia

En la zona II –zona occidental de la Catedral de la Almudena- apareció un cuerpo de guardia encargado de la vigilancia del portillo fechado en el siglo IX. Está construido con aparejo islámico y tenía forma rectangular con tres estancias (para dormir, cocinar y una para estar durante el día) comunicadas entre sí.
Se trata de un edificio característico y que se repite en todos los castillos islámicos y cristianos, y hasta épocas muy recientes. Uno similar se descubrió en las obras de la estación de cercanías de Príncipe Pío y que vigilaba la Puerta de San Vicente (de la cerca de Felipe IV).
Como se ha dicho, cuando se construyeron las casas y las calles en el siglo XIII, todos los cimientos de los muros se levantaron sobre basureros y estructuras islámicas. En la casa 1 aparecieron unas ventanas geminadas desplomadas en el paseo de ronda y conservando su forma sobre el suelo. Están construidas con ladrillo y argamasa y se reconstruirán para ser exhibidas en el Museo de las Colecciones Reales. Además, se encontró también caído en la calle, entre las torres 1ª y 2ª el citado alfiz que, por el tipo de escritura cúfica pertenece a finales del siglo XII o principios del XIII (fechada por Fernando Valdés, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid). En cuanto a los restos encontrados en las casas, están todos muy mezclados, cristianos e islámicos, de los siglos XIII y XIV.

Los otros hallazgos. Restos carpetanos

Retrocediendo en el tiempo, en la zona II apareció un pequeño arroyo canalizado en época islámica con unas piedras colocadas en el cauce que, probablemente, sirvieran para que en caso de lluvia no hubiera filtraciones y fluyera bien el agua que pasaba por debajo del portillo de la muralla. Debió de desecarse desde muy antiguo. Al excavar el arroyo aparecieron fragmentos de cerámica datados en el siglo I antes de Cristo. Estos estaban muy rodados por lo que se deduce que fueron arrastrados. Algunos encajaban –eran del mismo recipiente- pero otros son piezas sueltas. Además apareció una piedra ovalada de granito que servía para moler a mano.
A la vista de estos fragmentos, no se puede decir que en ese punto zona occidental de la Catedral de la Almudena- hubiera un pequeño asentamiento carpetano ya que no aparecieron restos de estructuras de casas, pero sí podría haber habido uno más alejado (más cerca de la calle de Bailén) y que fueran arrastrados por dicho arroyo hasta que quedaron depositados en el lugar donde aparecieron.

Valentín el visigodo

Bajo la plaza de la Armería recuperaron un enterramiento con un esqueleto. Estaba excavado directamente en el suelo y con orientación sureste. Se hallaba enterrado boca arriba, no tenía ni restos de ropa, ni ajuar, ni joyas. Se trataba de un hombre de unos 27 años y por el estado de las vértebras y ciertas lesiones de la espalda debió de cargar mucho peso a lo largo de su vida. Le faltaban los pies porque posteriormente, ya en época musulmana, se excavó un basurero que le seccionó los pies a la altura de los tobillos. También en una «esquinita» de la parte de la cabeza faltaba un trozo porque había otro basurero excavado pero no le afectó al cráneo. El equipo le puso el nombre de Valentín porque apareció un 14 de febrero. Una muestra del esqueleto se envió a Estados Unidos y otra a Sevilla y, en ambos casos, se dataron a principios del siglo VIII.

Integración de los restos medievales en el Museo de las Colecciones Reales

Los vestigios hallados serán expuestos en dos grandes espacios. El primero de ellos, de unos 1.000 m2 se halla debajo de la plaza y el otro, de 500 m2, junto al lado occidental de la Catedral de la Almudena. A ellas se accederá a través de la Sala noble donde se exhibirán parte de los tapices que atesora la Corona.
De los restos del Madrid medieval se expondrán al público todos incluyendo la muralla y una de las casas, la mejor conservada. Sin embargo, los cimientos de las Caballerizas, en los que se veían perfectamente los agujeros de los pilares de sujeción, han quedado tapados ya que se hallaban casi a ras del suelo de la plaza. Se han forrado de plástico y cubiertos con arlita (una arcilla con forma de bola) por si algún día se decidiera sacarlos a la luz.

Conclusión final

Para terminar, como señala Esther Andréu, «Madrid como campamento es fundación islámica pero como ciudad, es cristiana porque cuando llegan los cristianos ese campamento se reconvierte en ciudad. ¿Qué argumento tengo yo para decir que era una ciudad islámica si no tengo ninguna estructura de casa ni de nada islámico y lo que tengo es precisamente zona vacía, zona de basureros? Si tengo toda esta zona de basureros yo pienso entonces: las casas tienen que estar alejadas, si esto es tan pequeño y están tan alejados es que había muy poca gente, no es una ciudad, hay cuatro ahí viviendo, los militares. A lo mejor estamos equivocados pero quien diga lo contrario, que me lo demuestre, o porque han hecho una excavación o porque ha aparecido un documento, y, en ese caso, yo me callo, pero yo no puedo mantener lo que hemos pensado toda la vida, porque se ha datado la argamasa con termoluminiscencia y nos da que las casas se construyeron a finales del XII o principios del XIIII y se siguieron reutilizando hasta que Felipe II mandó tirarlas para construir las Casas de Pajes y la Armería a mediados del siglo XVI».
Tras tres horas de intensa y apasionada charla, me despedí de Esther Andréu. Me había convencido y no tengo argumentos con qué rebatirla.

Bibliografía


Andréu Mediero, Esther:"La arqueología como determinante para el conocimiento del origen de Madrid". De Mayrit a Madrid. Casa Árabe. Lunwerg Editores. 2011.
Andréu Mediero, Esther: El Madrid medieval. Caesaraugusta, 78, 2007
Andréu, Esther. El País, 20 de febrero de 2011

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