16 siglos de historia en capas (Ibiza)

24/6/11 .- http://www.diariodeibiza.es

El centro de interpretación de sa Capelleta concentra en 354 m2 parte de un santuario púnico, del barrio islámico construido fuera de las murallas y una necrópolis romana

En apenas 354 metros cuadrados de un solar del barrio de sa Capelleta se concentran las huellas de 16 siglos de historia de la isla, superpuestas una encima de otra en capas. En un mismo espacio se puede ver parte de un santuario púnico (siglo IV a. C), sobre el cual y el resto del terreno, posteriormente, durante la época romana (siglos II y III de nuestra era), se excavaron 41 tumbas. Y después, siguiendo la línea cronológica, la población islámica levantó un barrio (siglo XI d. C.) sobre el antiguo camposanto romano. El viaje en el tiempo se detiene en el siglo XII d.C, aproximadamente, después del ataque cristiano (catalanes y pisanos) que arrasó el arrabal. De lo que resta de la historia, solo quedan los restos de una noria que construyeron los cristianos sobre un pozo de una de las viviendas del poblado islámico.

La consellera de Política Patrimonial y el director insular de Patrimonio en funciones, Marga Torres y Josep Maria López Garí, presentaron ayer el resultado del proyecto de museización de este yacimiento, que se ha bautizado como Centro de Interpretación de sa Capelleta 12, coincidiendo con el nombre de la calle y el portal de su ubicación. Torres calificó el acto como «un encuentro de amigos». No contó con la presencia de ningún miembro del PP ni la nueva alcaldesa de Vila, Marienna Sánchez-Jáuregui. Precisamente, la apertura del centro de interpretación depende ahora mismo de que Endesa suministre la energía eléctrica y de la firma de un convenio con el Ayuntamiento de Ibiza para la contratación de una persona que vigile la instalación. Garí explicó que la partida para el vigilante ya está reservada. La consellera confía en que este verano se puedan abrir las puertas.

El primer rastro humano

Al entrar en el centro de interpretación, lo primero que se puede ver debajo de una gran cristalera son los restos de parte de un santuario púnico del siglo IV a.C. Desde este punto, el visitante tiene una vista general de todo el yacimiento, que se encuentra por debajo del nivel de la calle. El edificio religioso es la primera huella humana marcada sobre el solar. Se debía hallar al pie del camino que conectaba la ciudad con la necrópolis de Puig des Molins, situada a una distancia de solo 100 metros en dirección al oeste. A una decena de metros al norte se situaba el barrio industrial de la ciudad.

Aparte de las características peculiares de la estructura de las habitaciones, las piezas de terracotas descubiertas ponen de relieve que se trataba de una estructura dedicada al culto religioso. Una de las piezas más preciadas, y cuya reproducción se puede ver expuesta en una de las vitrinas, es un molde de la diosa Atenea, que es único en la isla. El director insular de Patrimonio explica que seguramente un ibicenco sacó un molde de la pieza original, que se ha visto en Grecia y en Italia, grabada en la coraza de protección de un guerrero púnico. Otra de las joyas de las cerámicas mediterráneas desenterradas en el santuario es un Guttus de producción itálica, una pequeña pieza que reproduce a un carnero y que se utilizaba para verter gota a gota alguna esencia, como parte de un ritual. También se ha hallado una hucha.

Aparte del santuario púnico de es Culleram, los arqueólogos descubrieron, pero no excavaron (solo sacaron cerámicas), restos de edificios religiosos de la misma época en s´Illa Plana y Puig d´en Valls. También se inició en su día la excavación de otro santuario en Cap des Llibrell, pero los trabajos arqueológicos no culminaron, según Garí. Una de las peculiaridades de la parte del santuario que se conserva en sa Capelleta (se hallaron restos del mismo edificio en el solar colindante) son las canalizaciones por las que fluía el agua que se usaba en los rituales.

En el siguiente escalón en el tiempo aparece la necrópolis romana, un conjunto de 41 tumbas repartidas por todo el solar, por encima incluso del santuario. La mayoría de las fosas se concentran en el norte del solar, en el otro extremo de la entrada del centro de interpretación. Muchos de los ataudes eran de madera. Los arqueólogos han hallado restos de los clavos de los féretros y muchas piezas de joyería, aparte de envases de cristal, entre los restos de los esqueletos: alfileres de cabello, pendientes de oro e incluso monedas, que se depositaban bajo la lengua de los difuntos para que Carontes, el barquero de Hades, trasladase las almas al otro lado del río de los muertos. Según la mitología, aquellos que no podían pagar (el llamado óbolo, moneda griega) tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, tiempo después del cual Caronte accedía a portearlos sin cobrar.

El barrio islámico

Junto a las tumbas, la parte del yacimiento más visible y fácilmente interpretable son las estructuras del antiguo barrio islámico construido fuera de las murallas. Desde el mirador de la entrada se puede distinguir claramente una calle que atraviesa en diagonal el solar y las habitaciones de una de las viviendas. De las otras dos casas (una de ellas levantada sobre el santuario), que han quedado cortadas por el límite del solar, apenas se conservan unos muros. En la calle que atraviesa el arrabal, del que se tenía conocimiento de su existencia, pero hasta ahora no se habían hallado restos del mismo, se pueden ver dos pozos negros, a los que se vertían directamente los despojos. Los arqueólogos han hallado en el fondo de los pozos restos de fruta (sandía, melón y uva) y comida, como pescado, que «milagrosamente», según Garí, se ha conservado. En uno de los paneles informativos se explica que en esta época (islámica) se introdujo la sandía y el melón, mientras que la uva se consumía en seco. Algunos de los restos de pescado hallados son de anguilas, pescadas casi con toda seguridad en ses Feixes.
Los arqueólogos han reconstruido parte de la fachada de la vivienda mejor conservada (la base era de piedra y por encima una mezcla de tierra y cal). El techo era una cubierta de tejas. Los constructores de la casa aprovecharon algunas losas de las tumbas romanas y de los sarcófagos de Puig des Molins para instalar el marco de piedra de la puerta de entrada. En una vitrina se puede ver la llave de hierro de la puerta, de un palmo de diámetro.

Un gran patio central servía de nexo de todas las dependencias. En esta vivienda se aprecia el hall, la cocina (con hornillos), un cuarto de baño, con la letrina, conectada a uno de los pozos negros y la entrada a otras dos habitaciones que seguramente servían como domicilio. Por la dimensión de la casa, los arqueólogos consideran, además, que esta debía pertenecer a alguna familia pudiente o notable. En una de las vitrinas se puede ver una maqueta de la casa. También se reproduce gráficamente la extensión y otros detalles del barrio.

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