III Campaña de Excavaciones Arqueológicas en el Castillo de Tirieza (Lorca, Murcia).

30/7/06

A lo largo de los meses de abril y mayo de 2006 ha tenido lugar la III campaña de excavaciones arqueológicas en el castillo de Tirieza, dirigida por Jorge A. Eiroa Rodríguez, profesor ayudante de la Universidad de Murcia y desarrollada en el marco del Proyecto 01726/ARQ/05 Estudio histórico-arqueológico del castillo de Tirieza (Lorca ) de la Fundación Séneca (2005-2006), en el que están implicadas las áreas de Historia Medieval de las universidades de Murcia y Granada.Su objetivo es determinar las características estructurales y funcionales de las pequeñas fortificaciones de frontera y, muy especialmente, cuál es su papel en la organización del espacio y el poblamiento.

Año de intervención: 2006. Periodo de intervención: Abril.
Tipo de Intervención: Excavación. Clase de Intervención: sistemática.
Director de la intervención: Jorge A. Eiroa Rodríguez. Arqueólogo.
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La intervención arqueológica desarrollada en la III campaña, dejando a un lado los análisis de las estructuras emergentes, se ha centrado en cuatro sectores del yacimiento. En primer lugar, al exterior del aljibe abovedado, que viene protagonizando una buena parte de los trabajos desde 2005; allí se ha confirmado la presencia de un patrón estratigráfico bastante homogéneo en todo el yacimiento y la existencia dos fases constructivas que terminan por configurar una calle empedrada y emplazada entre dos muros que posiblemente desembocaría en el acceso al recinto interno, así como al menos cuatro espacios individualizados, con sus respectivos pavimentos sobre la roca base del cerro, y una canalización excavada en la roca que parece constituir un sistema de conducción de aguas bajo el nivel de habitación pluricelular antes referido.
El segundo sector de intervención ha sido el área del acceso a la torre rectangular dividida en dos espacios interiores casi simétricos, separados por un muro de compartimentación interior, que fue excavada en las anteriores campañas. Por encima de los avances a la hora de determinar la configuración estructural de la propia torre, lo más significativo es la confirmación del proceso de derribo intencionado y generalizado de la construcción, realizado con posterioridad a su incendio.
El tercero de los sectores del yacimiento objeto de intervención arqueológica, aunque con menor intensidad y extensión, está siendo un área transversal del espacio que venía siendo definido como recinto interno, en la que se ha podido documentar un corredor de acceso escalonado a dicho espacio que da paso a un potente edificio rectangular de funcionalidad todavía imprecisa, compartimentado en una segunda fase, y un camino de ronda descubierto que parece conducir al extremo oeste y más inaccesible del castillo.
Finalmente, el último de los sectores objeto de intervención, quizás el más interesante, ha sido el amplio espacio central intramuros, aparentemente vacío, que se ha descubierto claramente construido. Potentes muros parecen definir un área habitable escalonada en la que otros muros perpendiculares de menor entidad individualizan distintas células o ámbitos, todavía por analizar para saber si se trata de unidades de habitación o de espacios especializados, como parecen sugerir los materiales arqueológicos.
A juzgar por los resultados provisionales de los trabajos arqueológicos de 2006, el castillo de Tirieza debe ser interpretado como un pequeño asentamiento fortificado de la frontera oriental, en el marco de la imprecisa y variada tipología de los edificios castrales nazaríes. Aunque la distribución de la mayoría de los núcleos fortificados no está determinada normalmente por condiciones estratégicas, sino por el poblamiento rural en sí mismo, la decisiva ubicación de Tirieza como primer enclave nazarí frente a Castilla determinó su posible transformación en castillo fronterizo y, posteriormente, su probable vinculación directa al Estado. La llegada de la frontera al sector a mediados del siglo XIII condicionaría el asiento de un pequeño grupo de población en el castillo, ya existente por entonces, con una economía basada en pequeñas explotaciones agrícolas y, especialmente, en la ganadería. Este pequeño grupo de población, poderosamente fortificado, representaría, por sí mismo, la defensa frente a Castilla mediante el control del corredor del río Vélez-Corneros, camino natural hacia Granada, y de la fuente emplazada a sus pies, como una más de las fortificaciones menores que, al amparo de las grandes estructuras proto-urbanas, como los Vélez y Xiquena, desempeñaron un papel decisivo en la configuración del espacio nazarí hacia el exterior castellano en los siglos finales de la Edad Media.
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